‘Los surcos del azar’, de Paco Roca, mejor obra española en el Salón

Los surcos del azar, la novela gráfica de Paco Roca que narra la historia del regimiento de republicanos españoles que liberó París en la Segunda Guerra Mundial, se alza, con todo merecimiento, con el premio a la mejor obra de autor español del Salón Internacional del cómic de Barcelona. La obra de Roca no sólo reivindica el papel fundamental de unos hombres olvidados por la historia propia, sino que supone una lúcida reflexión sobre la memoria de este país y, también y no menos importante, sobre la creación y la responsabilidad del autor hacia su obra, en una sutil e inteligente mezcla entre ficción y realidad. La obra ha sido publicada en España por la editorial Astiberri, que ha demostrado su buen acierto en la elección de su catálogo al ser responsable también de la edición del premio a la mejor obra de autor extranjero: El libro de los insectos humanos, del magistral Osamu Tezuka. El padre del manga, autor de obras fundamentales para el cómic japonés como Astroboy, Buda o Adolf, despliega en esta novela gráfica toda su increíble capacidad para diseccionar las miserias del ser humano. En este thriller de naturaleza coral, uno de los primeros que realizó el autor para el público adulto, se pueden encontrar todas la claves que caracterizan la obra de Tezuka, desde su impresionante ritmo narrativo hasta su capacidad para generar imágenes que provocan un impacto inolvidable.

El premio Fundación Divina Pastora al autor revelación ha sido concedido a Clara Soriano por Colmado Sánchez (¡Caramba! Cómics), una divertidísima renovación de ese costumbrismo próximo y surrealista berlanguiano, mientras que el premio al mejor fanzine corresponde a la sugerente publicación valenciana Arrós negre, un fanzine de cuidada factura que recupera la tradición estética valenciana de vanguardia uniendo cómic e ilustración.

Por último, el Gran Premio del Salón galardona este año la impecable trayectoria de Miguel Gallardo (Lleida, 1955), un referente ineludible del cómic español de los 80 gracias a su mítica creación, Makoki, un personaje ideado junto a Felipe Borrallo y, después, con Juanito Mediavilla, que se convirtió en verdadero icono del movimiento underground barcelonés. Durante esa década la obra de Gallardo se publicó fundamentalmente en las páginas de El Víbora, siguiendo con las aventuras de Makoki pero incorporando nuevos personajes como El niñato, Pepito Magefesa o el Buitre Buitraker.

En esos años, el estilo de Gallardo evoluciona rápidamente, desde los postulados de ese movimiento que se conoció como "la línea chunga" hasta encontrar un estilo propio que toma referentes de la ilustración clásica americana. Durante los años 90 Gallardo comenzó a intensificar su vertiente de ilustrador con éxito, colaborando de forma esporádica con cómics en fanzines y revistas. En 1998 publicó Un largo silencio (recientemente reeditada Astiberri), una arriesgada obra tanto en formal como argumental, adaptando un relato sobre las vivencias de su padre durante la Guerra Civil. Un riesgo que repitió en 2007 con María y yo, un bello relato sobre la relación del autor con su hija autista, que le valió el Premio Nacional de Cómic de Catalunya. El premio del Salón de Barcelona reconoce así el trabajo de uno de los autores más influyentes de la historia reciente del tebeo español.