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Y el ‘talent show’ se hizo musical

Un montaje a partir de 'The X Factor', el 'Operación Triunfo' inglés, triunfa en Londres

Representación del musical 'I Can't sing'.
Representación del musical 'I Can't sing'.

El grueso de la crítica acudió con bastante aprensión al estreno en Londres de un musical que se inspira en el concurso de talentos The X Factor, una producción avalada además por Simon Cowell, el artífice de ese programa que –como tantas otras réplicas televisivas- alimenta una desmedida obsesión por la fama. Pero el tono satírico e inmisericorde con el que I Can´t Sing! (¡No Puedo Cantar!) traslada a las tablas ese fenómeno de nuestros tiempos ha acabado convenciendo, aunque no sea de forma unánime, y sobre todo se intuye como una apuesta segura en taquilla gracias a la popularidad de la propuesta.

El argumento que hilvana un repertorio de canciones no memorables pero con gancho, y cuya puesta en escena ha costado seis millones de libras, resultará familiar a los adeptos a las emisiones de telerrealidad. La heroína de la función es una chica que vive en condiciones precarias en una caravana y a la que un entrañable fontanero convence para que se presenten juntos a la criba de The X Factor, donde deberán enfrentarse al panel que preside el temible Cowell, encarnado por el actor Nigel Harman. Al buen hacer del elenco, en el que destaca la voz de Cynthia Erivo en el papel principal, se suman unos números musicales que transitan desde las baladas hasta el rap y que apuntalan los gags escritos por el comediante Harry Hill, en algún caso algo vulgares aunque francamente divertidos.

El verdadero protagonista de la función es sin embargo Cowell, el de la ficción y también el de la vida real. El creador de programas como Britain´s Got Talent o The X Factor (tan parecidos que cuesta entender su desdoblamiento) no resulta una figura simpática aunque haya conseguido arrasar en términos de audiencia. Y así se le retrata en I Can´t Sing!, como un tipo egocéntrico y con pocos escrúpulos, que en un momento de la obra desciende desde los cielos cual dios omnipotente de la pequeña pantalla, recreada en el escenario del teatro London Palladium.

Si la fama y el éxito parecen conformar hoy un fin que justifica cualquier medio, el hábil y multimillonario empresario se presta al juego del autoescarnio (e incluso figura como uno de los productores) quizá para promocionar la nueva edición de su programa bandera. Después de una década en antena en el Reino Unido, la emisión que lanzó al estrellato a artistas como Leona Lewis o el grupo juvenil One Direction (aunque en su día sólo quedaran terceros) ya no suscita el mismo entusiasmo de entonces. Y la reciente suspensión de la versión americana de The X Factor al otro lado del Atlántico ha supuesto un toque de atención. Autopromoción o verdadera vocación de crítica, el nuevo musical I Can´t Sing!, conforma principalmente una oferta de entretenimiento, el género en el que Simon Cowell se siente como pez en el agua.

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