Y el invento cuajó
Jorge Pardo compartió giras, grabaciones, conciertos y juergas por todo el mundo como integrante del Paco de Lucía Sextet
Cuando cumplí mi primer contrato con Paco de Lucía debía de tener unos 18 años. Aterrizamos en Bruselas para el concierto. Era ya tarde, y el taxista, que nos llevaba directamente al teatro, quiso que conociéramos mejor la ciudad. Cuando al fin llegamos Paco estaba a punto de salir al escenario. Se dice que el flamenco es más espontáneo que ensayado. Así que él, consciente o no, no nos había dado demasiadas instrucciones. Ya en el escenario, cuando íbamos a tocar el arreglo de la Danza del fuegode Falla, va y me dice Paco: “¡Solo de flauta!”. Y yo: “¿Cómo?”. Y él: “¡Que toques algo solo!”. Así que en ese momento no me quedó otra que buscarme la vida.
Antes de aquella noche inolvidable, nos habíamos encontrado en 1979 en los estudios de la Philips en Madrid, donde empezábamos a grabar, con el grupo Dolores, el disco Asa-Nisi-Masa, mientras él ultimaba su homenaje discográfico a Manuel de Falla. Nos invitó a grabar con él la Danza del fuego y La canción del fuego fatuo. Él registró para nosotros un tema titulado ¿Por dónde caminas? Ahí comenzó una relación que se extendió durante años de giras, grabaciones, conciertos y demás juergas.
Son cientos las anécdotas que se atropellan en mis recuerdos. Paco, a sabiendas de que parte de la tradición flamenca iba a rechazar el nuevo sonido que surgía, fue fiel a su tiempo y a lo que le tocó vivir. Y aireó por el mundo un concepto diferente del flamenco hasta entonces conocido. Recuerdo otra noche de 20 años después, con Rubem Dantas, Carles Benavent, Joaquín Grilo, Duquende y Ramón de Algeciras. Estábamos en Japón, durante una gira del sexteto. Él dijo que ninguno de los que estábamos allí, ni él mismo, teníamos, dos décadas atrás, la conciencia de estar creando nada tan duradero. Y que tan solo tratábamos de vivir el presente con ilusión y buena energía.
Pero el invento cuajó. Y disfrutamos de hacer música juntos durante todo ese tiempo, en el que éramos como una verdadera familia. Aunque en estos momentos, obviamente, me tengo que acordar de su familia más cercana, que sufren su más auténtica ausencia.
La última vez que lo vi fue el pasado diciembre, en su casa de Yucatán, disfrutamos de unas tardes charlando de la música, de los compañeros….
Comparto con muchos aficionados a la música y al flamenco, además del duelo, que para mí Paco también ha sido un faro que no se extingue con su desaparición de este mundo, aunque yo además lo disfruté como un hermano mayor, también disfruté con su salero especial de su humanidad contradictoria, su pausado inconformismo, su rebeldía conservadora y su imaginación realista.
Así que: ¡Paco!, sin prisa, mírate a ver un bolito allá donde estés.
Jorge Pardo es saxofonista y premio al mejor músico de jazz europeo de 2013. Fue miembro del Paco de Lucía Sextet.
Babelia
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