El alma torturada e irónica de Nick Cave
El documental '20.000 days on earth' indaga en la personalidad y la carrera del músico australiano
Ahí llega el cuervo. Elegante, fibroso, enigmático. Los años han convertido a Nick Cave en un dandy, en músico de prestigio e incluso alguien con amor al cine, en el que ya ha realizado sus incursiones como actor, guionista y compositor de bandas sonoras. En la Berlinale, en la sección Panorama, es el protagonista de un documental de creación, 20.000 days on earth, más o menos el número de días que lleva en la Tierra Nick Cave, que venía precedido de su buen recibimiento en Sundance, donde obtuvo dos premios.
Y merecía la pena. Como buen documental de creación, 20.000 days on earth es la historia de Nick Cave, coescrita, imaginada y reelaborada por el mismo Cave, Iain Forsyth y Jane Pollard, los codirectores del filme, que en realidad podría considerarse un film noir. Está Cave, está su música, está su misterio, está un psicoanalista para que el espectador pueda indagar en la infancia y las relaciones paternofiliales del músico. “No sabría si comparar el filme con un diván de psicoanálisis. Lo mejor es que vayan a verla, y examinen ahí lo que cuento de mi infancia”, dijo Cave en la presentación ante la prensa. Curiosamente, un filme tan bien ensamblado, en el que encajan perfectamente el archivo fotográfico del músico, con varias de sus actuaciones en directo —acompañado de su banda, Bad Seeds— y de testimonios de amigos y fantasmas que aparecen a su lado en su coche como el actor Ray Winstone o la cantante Kylie Minogue, fue creándose durante el rodaje. Según sus directores, “no teníamos una estructura clara. Esto es una especie de documental orgánico que se ha generado sobre la marcha”.
El filme va desde sus actuaciones en la Ópera de Sidney hasta sus paseos en coche por la adusta costa sur de Inglaterra, un Brighton lluvioso y plomizo. Y en ningún momento Cave parece perder su compostura, precisa, inalterable a estas alturas de la vida. Es otro paso más en la carrera cinematográfica del australiano, guionista de La propuesta, Ghost… of the civil dead y Sin ley, películas todas dirigidas por su amigo John Hillcoat; que ha actuado en otras ocasiones como en Johnny Suede o El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, ha participado en bastantes bandas sonoras —bien componiendo, bien dejando que sonaran sus temas— y que incluso ha escrito novelas.
La voz del mismo Cave sirve como narrador en 20.000 days of earth, mientras explica cómo escribe su música, dicta sus últimas voluntades —socarronamente, en el testamento pide que todo su dinero se entregue al Nick Cave Memorial Musem—, y rehúye caer en el aspecto laudatorio. Su esencia de poeta maldito sale bien parada: no hay alabanzas innecesarias… aunque alguna se cruce en el camino de la cámara. Puede que alguien eche de menos más música, a cambio Forsyth, Pollard y Cave entregan un producto cuidado en lo visual, con enjundia, en el que el músico habla del proceso creativo, de sus adicciones, de su familia. Si no es el documental musical perfecto, está cerca de lograrlo.
Babelia
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