Picasso, el gran maestro del siglo XX
La labor de los escritores en relación a su trabajo ha contribuido a la difusión de su obra de una manera determinante
Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Gertrude Stein, Jean Costeau, Louis Aragon o Michel Leiris son solo unos pocos nombres de los muchos escritores con los que Pablo Picasso tuvo una estrecha relación y que contribuyeron a convertirle ya en vida como uno de los más grandes artistas de la historia. A partir de su muerte, un lluvioso domingo de abril de 1973, a los 91 años, en Notre-Dame-Vie, en Mougins (Francia), las exposiciones dedicadas a Picasso no han dejado de sucederse en todo el mundo: antológicas, retrospectivas centradas en cada una de sus múltiples etapas o temas, sus períodos azul, rosa o blanco y negro, sus retratos, su relación con la tracidión y la vanguardia, sus cuadernos, sus máscaras, sus cerámicas, sus viajes. Su inconmensurable talento junto a su ingente producción alimentan año tras año los proyectos de los museos más dispares del planeta.
Maite Ocaña (Barcelona, 1947), una de las expertas más prestigiosas en la obra del pintor malagueño, es la comisaria de la exposición dedicada a los talleres del artista. Ocaña empezó a trabajar en el Museo Picasso de Barcelona en 1972 y puede decir que casi toda su vida profesional está ligada al artista. Solo en ese museo, se le han dedicado 79 exposiciones durante su medio siglo de existencia. La especialista no ha participado en todas, pero da fe de la respuesta masiva y entusiasta de los amantes del arte.
¿A qué se debe ese interés permanente por Picasso?. “Es la figura central de todo el arte del siglo XX”, responde la experta. “Su capacidad de investigación unida a su profunda admiración por el pasado le hacen único. Ya fue importante para los artistas de su generación. Los escritores colaboraron a la difusión de su obra de una manera determinante. Se relacionó con muchos y quienes no le conocían personalmente, se interesaron por su obra. fue así entonces y siguió siéndolo después”.
Ante el imponente Autorretrato con paleta (1906) con el que arranca la exposición, propiedad del Mueseo de Philadelfia, Ocaña recuerda que se trata de una de las piezas más importantes de su periodo primitivista: rostro con forma de máscara ibérica y cuerpo volumétrico. “Tiene casi forma arquitéctonica, como el retrato que realizó de su amiga Gertrude Stein, la escritora norteamericana que tanto le ayudó en la difusión de su obra”.
Ocaña está convencida de que por muchas exposiciones que se le dediquen, Picasso seguirá siendo por mucho tiempo una fuente inagotable de nuevas propuestas que seguirán interesando al público. “Su obra admite nuevas lecturas, enseñanzas, comparaciones“. No cree que, salvo excepciones, su nombre sea utilizado en vano para atraer visitantes. “Hay mucho por descubrir. En esta exposición mostramos un alto número de obras nunca vistas porque son propiedad de particulares. Poderlas contemplar de cerca una vez en la vida, es un buen pretexto para acercarse a ver la exposición”.
Su cotización en el mercado de las subastas, siempre en los primeros puestos desde hace muchos años, abunda también en el interés de los museos por exponer su obra. La pasada semana en Sotheby’s de Londres, Picasso rompió un nuevo récord con Composition au Minotaure, adjudicado por 12,5 millones de euros, el precio más alto alcanzado nunca por una obra sobre papel del genio malagueño.
Babelia
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