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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tiempo al tiempo

Negarse a una colaboración exhaustiva desde arriba, remitiendo a las iglesias locales, tiene mucho que ver con eso de echar tiempo encima del tiempo hasta la oscuridad final

David Trueba

La primera gran decepción del papado de Francisco ha tenido que ver con la comparecencia del arzobispo Silvano Tomasi ante la ONU para tratar los casos de pederastia dentro de la Iglesia. Concluir con el hecho cierto de que en todas las profesiones pueden darse casos de pederastia no deja de ser una respuesta algo ridícula. Porque la gravedad del delito y la impunidad de quien lo ejerce desde una posición de autoridad moral y personal hace que no sea lo mismo encontrar un caso entre profesores de kárate o garajes especializados en chapa, que en centros escolares y parroquias. Negarse a una colaboración exhaustiva desde arriba, remitiendo a las iglesias locales, tiene mucho que ver con eso de echar tiempo encima del tiempo hasta la oscuridad final. La justicia civil alcanzará a un mínimo de casos y seremos incapaces de ofrecer una reparación mínima, esa que está basada en la lucha contra la impunidad.

Este asunto de la impunidad escondida tras las hojas del calendario presenta matices con otros casos bien distintos. La colaboración con las atrocidades nazis obliga a permanecer alerta. La última revelación tiene que ver con el marchante Hildebrand Gurlitt y su acopio de obras de arte en tiempos de persecución y exterminio de los judíos. Nos situaríamos en el extremo opuesto si atendiéramos a la incapacidad española para dar respuesta a la recuperación de los cadáveres de víctimas de la Guerra Civil, que es algo que nos envilece como país ante todas las miradas internacionales.

Mucho más cercano en el tiempo, la investigación sobre los abusos a menores por parte de Jimmy Savile, una de las caras más reconocidas de la BBC y algunos otros personajes relevantes relacionados con el medio público, deja a la cadena en una posición vergonzante. Su intento de ocultar el escándalo, acallar a las víctimas y dejar que el tiempo ocultara bajo la alfombra las evidencias del delito, la convierte en cómplice. La impunidad deja siempre una cuenta aplazada. En ocasiones algunos individuos se salvan de rendir cuentas. Pero las instituciones que los ampararon y los protegieron terminan por verse ensuciadas si no capitanean la investigación y la exigencia de responsabilidad. Tiempo al tiempo es una receta de doble sentido.

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