Goya y Goñi, más cerca que nunca
Conversación por primera vez en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando entre dos artistas que sufrieron sordera
La sordera que Lorenzo Goñi (Jaén 1911-Lausana 1992), uno de los ilustradores más grandes que ha dado España, padeció desde la adolescencia a causa de un sarampión fue artífice de un aislamiento que influyó en su arte; también le ayudó a mantener una invisibilidad por la que pudo existir sin problemas durante el régimen franquista. Precisamente el tema de la guerra es el primero que sirve de nexo en la exposición de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid hasta el 19 de enero Lorenzo Goñi y Francisco de Goya: dos genios singulares, una muestra que pone en diálogo a dos artistas a los que separan casi dos siglos pero que, según el comisario Juan Carlos Sánchez, presentan diversos paralelismos. Lo artístico se une con lo social. Este evento constituye además un ejemplo de cómo las instituciones culturales se pueden abrir a las personas discapacitadas. Habrá visitas guiadas específicas con lenguaje de signos, y la presencia de una cuidadora a diario que también lo domina.
El genial Francisco de Goya padeció sordera desde los 47 años. Asimismo, vivió un periodo de tránsito, y ese fue también el caso de Goñi, narra el comisario: el pintor de Fuendetodos experimentó el desarrollo de la Ilustración y el jienense, un agitado siglo XX, desde la dictadura franquista hasta la democracia. Ambos fueron testigos de dos momentos históricos cruentos: la Guerra de la Independencia (1808-1814) contra los franceses, el uno; la Guerra Civil española, el otro. Los carteles que diseñó Goñi para el Sindicat de Dibuxants Professionals de UGT en Barcelona, que se exhiben por primera vez y que dormían en los archivos de la Biblioteca Nacional, y cuatro aguafuertes de los Desastres de Goya sirven de bienvenida de la exposición para mostrar el conflicto bélico y la plasmación en el arte que de él hicieron estos dos hombres. Ambos artistas eran narradores de historias sobre todo, apunta Sánchez, desde un universo propio, y empleando un imaginario que se bate con la realidad y que escapa a las modas.
Lorenzo Goñi y Francisco de Goya: dos genios singulares forma parte de un proyecto más amplio titulado Los multiversos de Goñi que pretende ser un homenaje a un artista que eligió vivir en la sombra, algo que marca un contraste con un Goya que se dejó mimar por las élites. La segunda sala de la exposición se centra solo en Goñi, en el concepto de “multiverso” que se deriva de la física precisamente para indicar “esta multitud de universos fantásticos y paralelos que se van abriendo a lo largo de toda su obra, que muchas veces discurren sin llegar a tocarse”. La idea por la que se ha comisariado esta parte de la exposición es dar cuenta de un artista que nunca se parecía a sí mismo. “No pertenece a ningún movimiento. La sordera le condena a una especie de ostracismo, y por preservar la libertad creativa no tiene grandes influencias de nadie”, añade el comisario. Los temas oníricos se plasman desde una multiplicidad de técnicas, algo que también lo enlaza con un Goya que destacó como pintor, grabador y dibujante.
Una aguada titulada El relojero preside esta segunda parte de Lorenzo Goñi y Francisco de Goya: dos genios singulares y refleja, según Sánchez, “la minuciosidad del trabajo en ese espacio pequeño, con esa dedicación y atención” que fue marca del ilustrador también famoso por sus representaciones del Quijote. Goñi, después de su trabajo como diseñador para UGT, pasó dos años en Navarra, y empleó su segundo apellido, Suárez del Árbol, con tal de que el régimen de Franco no lo localizara. “La sordera le marca en todos los sentidos, fue siempre un ser no visible, tanto es así, que se da cuenta de que ocultarse es igual, de que es absolutamente transparente…”. Más tarde, trabajó para el diario ABC en Madrid. “Convive con el franquismo con el que no comulga porque su pensamiento es mucho más liberal”, agrega el comisario de la exposición.
Camilo José Cela, amigo cercano de Goñi, llegó a decir: “Dibuja, graba y pinta con muy raro talento y muy firme pulso unos sueños que son parientes de los de Goya…”. La tercera parte de la exposición, Encuentros, marca una serie de paralelismos temáticos en torno a la tauromaquia y a figuras que aterrizan del mundo de los sueños: Vuelo al aquelarre (1971) de Goñi dialoga con Disparate volante (1823) de Goya; Banderillero. Tauromaquia onírica (1964) de Goñi conversa con El famoso Martincho. Tauromaquia (1816) de Goya; Picador (1964) de Goñi con Cid Campeador (1816) de Goya; o la desconcertante La cita del artista jienense (1964) con Bien tirada está. Caprichos, en la que el pintor zaragozano retrata a una mujer en el gesto de estirarse la media.
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