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Ofrezco habitación a artista con amplitud de miras

El programa Sweet Home desarrolla residencias de investigación para creadores extranjeros en casas madrileñas

Dibujo preparatorio de la residencia Sweet Home.
Dibujo preparatorio de la residencia Sweet Home.Monica Rizzolli

Póngase unas cómodas zapatillas y desarrolle su vida profesional. La clásica residencia de arte se traslada al hogar de la mano de Sweet Home promovido por la plataforma de proyectos culturales Hablar en arte y de FelipaManuela. Esta última es una iniciativa privada de apoyo a la creación artística que hizo de la casa madrileña en la que habitaba una señora que respondía a ese nombre y regentaba una mercería un lugar de acogida para 14 artistas. Ahora el tejido se extiende. Creadores y gestores culturales que viven en la capital abren sus puertas a los extranjeros para que, también por los lazos más firmes que se crean por la convivencia, se expandan sus redes de trabajo en la forma de colaboraciones o contactos. La idea desarrollada de forma exitosa con páginas web como couchsurfing.org da una nueva pirueta que propone este encuentro que mezcla intimidad y creatividad durante dos semanas.

Alrededor de unos 40 agentes culturales, entre artistas, comisarios, gestores… han ofrecido una habitación en sus casas de Madrid en la primera convocatoria que se lanzó en mayo, tras la cual media docena llegó a la selección final. El criterio principal estaba claro, cuenta Javier Martín-Jiménez, presidente de Hablar en arte: los elegidos debían ser activos en la escena cultural de la capital. Además de esto, prosigue, había que completar “un formulario algo extravagante” que daba cuenta de los hábitos caseros de los aspirantes. Aquí importa si uno es fumador o cuida de una mascota, la buena comunicación de la vivienda, pero además también ese perfil profesional que es necesario cuadrar. Los anfitriones dan derecho a cama y cocina, suelen compartir desayuno y cena, pero, mucho más allá, preparan una agenda junto con sus huéspedes para mostrarles aquello que le pueda ser más fructífero para ampliar miras en sus carreras.

'MAP 1' (detalle), 2013 que representa a anfitriona y residente. Sara Cabanes, a la izquierda, Monica Rizzolli, a la derecha.
'MAP 1' (detalle), 2013 que representa a anfitriona y residente. Sara Cabanes, a la izquierda, Monica Rizzolli, a la derecha.Monica Rizzolli

Otros seis agentes culturales de países como Argentina, Estados Unidos o Bélgica han salido de la llamada internacional, en la que se trataba de buscar un equilibrio entre perfiles de creación y de gestión y a las que respondieron unas cien personas, según la organización. Un jurado compuesto por esta, además de los anfitriones locales, debía decidir. “La residencia [de investigación] empieza antes. Los participantes se ponen en contacto para preparar una agenda de intereses, cerrar citas con instituciones culturales y artistas… como una semilla para proyectos futuros”, indica Martín-Jiménez. Skype es uno de los medios del inicio de una estancia que se equipara a la de un amigo. Después de todo, apunta, "verse en pijama y con el pelo revuelto une mucho".

Es el caso de Nerea Goikoetxea (Bilbao, 1979), gestora cultural especializada en arte contemporáneo y fotografía, quien acogió a la arquitecta e investigadora Silvana Ovsejevich, directora de Panal 361, una comunidad de artistas en Buenos Aires. “Le programamos una agenda de reuniones imposibles que contra todo pronóstico ¡cumplió a rajatabla! Entró en contacto con muchísimos profesionales de Matadero Madrid, La Casa Encendida, Medialab Prado…”. Tras la visita, sigue Goikoetxea, Ovsejevich planea colaboraciones y ella se ha puesto en contacto vía Skype con los contactos facilitados por su residente. La experta en arte audiovisual y cooperación cultural Sara Cabanes recibió a la artista brasileña afincada en Alemania Monica Rizzolli. ¿Cómo prepararon encuentro y convivencia? Rizzolli le envió una presentación personal que sirvió “para romper el hielo”; Cabanes a su vez le hizo otra con sus “observaciones personales sobre Madrid” y, aunque el programa así no lo contempla, cabe la posibilidad de que le devuelva la visita en el futuro.

Los anfitriones preparan una agenda junto con los residentes para guiar la visita por sus intereses 

Christian Fernández Mirón, de 28 años, mezcla la educación, el arte y la música y ahora mismo tiene en su casa como residente al comisario estadounidense Evan J. Garza. “Me encantó la propuesta de enredar a personas inmersas en la cultura contemporánea de Madrid con forasteros interesantes, pudiendo serles útil y además desde un trato personal y cercano”, asegura. Durante estos días, Fernández Mirón combina las citas profesionales con los planes lúdicos: desde el clásico chocolate con churros hasta “una ruta por hitos de las películas de Almodóvar” que entusiasman a Garza. Cuidar el valor humano del trabajo es, según Fernández Mirón, una apuesta clave de esta iniciativa.

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