Tordo Salvaje

Miembro activo y multi-tarea del underground audiovisual argentino, Nicanor Loreti –que había sido actor en algunas películas de la pionera Farsa producciones como Plaga zombi (1997) y Nunca asistas a este tipo de fiestas (2000), así como director del documental La Hache, sobre la banda heavy Hermética- debuta en el largometraje con Diablo, película que, en su cartel, parece adscribirse al culto grindhouse pero propone algo bastante distinto, tan imperfecto como cargado de una visceral energía.

Un boxeador que tuvo que retirarse tras liquidar a un contrincante en el ring se convierte en centro de un desarrapado vodevil de escenario único y progresiva escalada de violencia. El galán de telenovela Juan Palomino encarna al protagonista como un bloque de resistente y rocosa masculinidad, entre Machete y el músico electro-punk Silverio, en el centro de un huracán doméstico de torpeza y confusión. No es una película para todos los gustos y algunas sobreactuaciones se le pueden indigestar al espectador que no establezca ninguna complicidad con el juego propuesto por Loreti, pero Diablo tampoco es un convencional ejercicio de tarantinismo posibilista. En ella se palpa la promesa de un talento a seguir.