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El invento del mar que ya no existe

La compañía Théâtre de l'alambre relata 'Aral', una historia que parte de la muerte a la sonrisa, que une el teatro de títeres y los 'clowns'

'Aral', teatro de títeres y en clave de 'clowns'.
'Aral', teatro de títeres y en clave de 'clowns'.

El hermoso mar interior de Aral de gigantescas dimensiones que existía entre Kazajistán y Uzbekistán, vacío de agua, desviado por diversos proyectos de riego que lo han secado. Y ese páramo de arena se traslada sobre un escenario, propone la compañía hispano belga Théâtre de l’alambre. ¿Cómo reconstruir nada más y nada menos que el mar sobre las tablas, para colmo, uno que se perdió? Aral se estrena este jueves y sigue en Kubik Fabrik-Fábrica de creación hasta el día 24 y propone un espectáculo con ganas de innovar a través de la mezcla entre el teatro de títeres y de objetos con la expresividad del clown. Se trata del juego de construir una realidad a través de la imaginación.

Herminio Campillo, Didier Maes y Alex Torregrosa —Trolock, Minsk y Skirlack— encarnan a los personajes que se dan cita en un barco encallado y dan vida al mar. ¿Cómo lo consiguen? Hace falta una historia y, dentro de esta, una misión, para resucitar el abandono de la arena y al mundo que quedó atrás. Y la tarea es mucha: inventar una tripulación y marcarse un objetivo. Van a salvar al último pez superviviente en un espectáculo en el que solo se pronuncia una palabra.

El escenario se llena de aquellos objetos y personajes que ofrecen una pista de lo que una vez fue ese mar, con ligeras transformaciones: la rueda que es un timón, el capitán que descansa sobre una maleta, el náufrago que trata de encontrar las coordenadas gracias a un mapa. Para la recreación de ese peculiar mundo marítimo, los integrantes de la compañía, indican, han seguido la corriente pedagógica de la que son deudores en su hacer teatral: “El trabajo honesto se inicia con la experiencia directa sobre la poética de estudio”. Así, para este montaje, ha habido una serie de viajes a las costas españolas, portuguesas, francesas y belgas, con tal de “empaparse estrictamente de su atmósfera” durante los tres últimos años. “Gran parte del vestuario, la escenografía, los objetos de juego o la luminotecnia han sido recuperados o encontrados en el mar como parte de nuestra investigación”, indican. Y Alex Torregrosa añade: “Deseábamos conocer la realidad del mar y de los marineros y rescatar esos sonidos”. El teatro de objetos en el que se sustentan emplea por ejemplo las clásicas cintas métricas amarillas para formar figuras, las latas oxidadas, o un títere hecho con flotadores que representa al capitán.

La compañía Théâtre de l’alambre se propuso desde su fundación, relata Torregrosa, “investigar sobre el mundo de lo pequeño”. La puesta en escena se realiza con la construcción de una atmósfera, con las miradas… en distintas versiones que han ido tratando de responder a una inquietud por la muerte que llevó a los integrantes de la compañía a profundizar en el mar de Aral. La manera de dar vida a este texto sin palabras, afirma Torregrosa, es por el empleo de un sentido del humor que se inspira en el de los payasos. “Es lo que queremos ser, una profesión que respetamos profundamente”. Así, Aral apuesta por el humor que no se expresa por una carcajada, “que va más allá de una rabiosa risa”.

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