_
_
_
_
_
OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La otra Greta

De los premios YouTube queda el baile desgarbado de la actriz Greta Gerwig, bajo el ritmo de 'Afterlife', de Arcade Fire, con puesta en escena de Spike Jonze, en la apertura de la gala

David Trueba

Los premios de la MTV premiaron a la música de la MTV. Sucede con todos los premios, que se premian a sí mismos. La maniobra tan forzada de Miley Cyrus de extraer un porro de su bolso en la gala solo viene a ratificar la previsibilidad de los medios. Ella, de niña amamantada por la estrategia abrasiva de Disney, sabe de buena fuente que nadie se ha arruinado jamás por tratar de imbécil a la audiencia. Menos eco tuvieron los premios YouTube, que dejaron un regalo del que aún se puede disfrutar en YouTube, porque la retroalimentación es la única alimentación que se tolera en los medios. Que se lo digan a la editorial Planeta, con sus giras de políticos con memorias selectivas por los canales de televisión del grupo. De esos premios YouTube queda el baile desgarbado de la actriz Greta Gerwig, bajo el ritmo de Afterlife, de Arcade Fire, con puesta en escena de Spike Jonze, en la apertura de la gala.

Disponible para amantes del desbarre, parte de un trampantojo muy al gusto de ese director. Pero Greta Gerwig convierte el momento en una gozosa coquetería de payasa inteligente. El presentador de la gala fue Jason Schwartzman, cuyo círculo de íntimos incluye a Noah Baumbach, pareja de la Gerwig, coguionista de Wes Anderson, a su vez cómplice de Jonze y los hermanos Coppola, a su vez primos del presentador. Francis Ha, de Baumbach, con Greta Gerwig, y Her, de Jonze, con Joaquim Phoenix, son ya los éxitos indie del año.

La rubia Gerwig, que lucha contra la gelidez con papeles estupendos, puede pronto convertirse en la otra Greta. Porque en el cine siempre habrá una divina Greta. Greta Garbo, cuyo nombre hasta parecía ideado por un iluminado empresario de variedades del Paralelo. Es pertinente rescatar esa esclarecedora anécdota que contaban de ella, cuando vivía en París apartada del mundo del espectáculo. Al parecer, si notaba que alguien la reconocía por la calle, aceleraba el paso y urgía a su acompañante: “Huyamos deprisa, ahí viene un cliente”. La fina inteligencia de la Garbo en retiro, conocedora en primera fila de los misterios y certezas del estrellato, nos orienta al usar la palabra “cliente” sobre la deriva habitual entre artista y espectador.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_