Un programa de vertiente actual

La Compañía Nacional de Danza [CND] presenta en el Teatro de La Zarzuela del 16 al 24 de este mes un programa combinado de tres piezas contemporáneas que refuerzan con cierta timidez la idea de continuidad con respecto a la etapa anterior a José Carlos Martínez. Ninguna es un estreno absoluto, y todo se hace esta vez con música grabada; los dos coreógrafos principales de la velada ya eran habituales de Madrid invitados regularmente por Nacho Duato al conjunto titular español.

Una de ellas, la principal en cuanto a su probada eficacia escénica, ya está en el repertorio de la CND desde 2004, cuando Duato la importó desde el Nederlands Dans Theather [NDT], se trata de Falling angels de Jiri Kylián, que tuvo su estreno mundial el 23 de noviembre de 1989 en La Haya por la compañía holandesa. Falling angels se estructura sobre la música de Steve Reich (específicamente el Drumming /Part 1); la escenografía, en su simplicidad, es también del propio coreógrafo, con diseño de trajes de Joke Visser y luces de Joop Caboort, ambos colaboradores habituales de Kylián, y se puede decir, coadyuvantes básicos en la definición del estilo del checo como de la personalidad estética del NDT, toda vez que la distinción plástica de un conjunto se forja lentamente y a través de las concepciones particulares (hasta hacerlas propias) del ensamblado de los elementos formales del teatro de danza. La encargada de remontar la pieza esta vez en Madrid ha sido Roslyn Andersson, asistente habitual de Kylián. Falling angels subió a escena por la CND el 25 de mayo de 2004, en el Teatro Real de Madrid con los músicos en escena. Tras haber agotado sus etapas nacionalista y referencial en un decenio que va de 1975 a 1985, Kylián entró de lleno en el minimalismo, expresando que para él, “el aspecto fascinante de la composición de Reich descansa en su estructura rítmica, especialmente en el recurso estilístico denominado phasing”. Así se crea un ambiente soterrado y sutilmente flotante “sobre el que la coreografía es libre de desarrollarse independientemente”. Este principio o punto de partida para estructurar una obra coreográfica remite directamente a las prácticas precedentes de Merce Cunningham y John Cage, influencias muy leves pero firmes y de las que el checo no se libró.

Concebida para ocho bailarinas, Falling angels ha merecido el comentario de Kylián de que es “una obra acerca de nuestra profesión”.

Minus 16 es una coreografía del israelita Ohad Naharin con un fondo de variado collage musical cuya definición mejor es el popurrí; también diseñó los trajes y la pieza tuvo su estreno mundial por la Batsheva Dance Company en el Lucent Dance Theater de La Haya durante una gira de la compañía israelita en 1999. Ese respaldo de canciones y ritmos populares variados enlatados, muy controvertido y valorado desigualmente por la crítica en otras ocasiones, va desde canciones de Vivaldi al mambo, del sonido “techno” a la música tradicional israelí. En la pieza Minus 16, Naharin se explaya en el uso de la improvisación y en proponer una atomización progresiva y deliberada del lenguaje dancístico convencional, con la pretensión de romper las tradicionales barreras entre los intérpretes y los espectadores.

La velada se completa con Sub, la pieza de Itzik Galili, coreógrafo también de Israel asentado en Holanda, con música de Michael Gordon. Sub fue estrenada el 26 de Marzo de 2009 en Theater Bellevue Ámsterdam por la compañía liderada por su autor, que califica su obra como “un combate de testosterona sin descanso en un campo de batalla”.