Lauter, el omnipresente secundario

Ed Lauter, que falleció en Los Ángeles el pasado miércoles tras no superar un cáncer a los 74 años, pertenece al grupo de actores que el espectador no es capaz de poner nombre pero sí reconocer en pantalla. Una carrera de cuatro décadas y más de 200 películas, capítulos de series y telefilmes dejan huella en generaciones y generaciones. De rostro curtido, una cara que junto a su estatura, 1,88 metros, le proporcionaron multitud de papeles en dramas, westerns, policiacos y películas de acción –él, que empezó como comediante-, Lauter nació en Long Beach, Nueva York, en 1938, hijo de una actriz y bailarina de Broadway. Tras graduarse en Literatura Inglesa, aunque también estudió Drama, y jugar al baloncesto en la Universidad, empezó como comediante de clubs –stand-up comedian- antes de debutar con un pequeño papel en Broadway en La gran esperanza blanca en 1968. Tres años más tarde debutó en televisión en un episodio de Mannix, y en el cine en 1972 en Dispara, Billy, dispara.

Y empezó su eterna carrera de secundario en Los nuevos centuriones, El desafío de los siete magníficos, Rompehuesos (solo él y Burt Reynolds repetirían en el remake en 2005), French connection II. En 1976 participa en La trama, de Alfred Hitchcock, y Lauter impresiona tanto al británico que este le propone protagonizar su siguiente película, The short night… pero Hitchcock fallece durante la preproducción del thriller.

En televisión, no hubo serie en la que no participara Lauter: Expediente X, Kojak, Las calles de San Francisco, Corrupción en Miami, El equipo A, Embrujada, Los inmortales, Star Trek’, Urgencias, Ley y orden, Se ha escrito un crimen, Los ángeles de Charlie, Psych… En cine coincidió con Charles Bronson en cuatro películas: El justiciero de la noche, Caza salvaje, El desafío del búfalo blanco y en Nevada Express. Mucha gente le recuerda por su personaje en Leaving Las Vegas, también apareció en Cujo, Nacido el cuatro de julio, Rocketeer, Traición al jurado, Mulholland falls (La brigada del sombrero), No es otra estúpida película americana, The artist y en Golpe de efecto, ese canto de amor al béisbol protagonizado por Clint Eastwood.

Tras su muerte, aún quedan pendiente de estreno dos películas, y había firmado por otros proyectos: el cáncer no le había impedido seguir trabajando hasta sus últimos días ni dejar de tutelar la constitución de la fundación Ed Lauter, que otorgará becas para jóvenes aspirantes a actores.