Luz, teléfono... ¡acción!
Una película rodada íntegramente en iPhone con ambiciones comerciales llega a Sitges
Con una tecnología que cada día reduce más de tamaño las cámaras digitales y cada vez incluye mejores ópticas en los móviles para grabar vídeos con los teléfonos, se veía venir que los caminos se cruzarían. Ya no es, como decía Francis Ford Coppola, que una niña pueda filmar una obra maestra con una pequeña cámara —la tan discutida democratización del cine—, es que la niña de marras ni siquiera necesitará ese aparato: cogerá un smartphone y grabará y grabará. Y hará una película. En realidad, ya ha ocurrido.
No es una niña, sino un joven cineasta. El próximo martes Pablo Larcuen (Barcelona, 1987) estrena en el festival de Sitges Hooked up, un filme de terror rodado íntegramente con un iPhone. No es la primera película filmada con ese teléfono, pero sí la primera con ambiciones comerciales. Cuenta detrás con el respaldo de Ombra Films, la productora de Jaume Collet-Serra, el director español afincado en la industria de Hollywood. Desde hace años, se han multiplicado los concursos de cortos grabados con móviles, e incluso alguna secuencia de varias películas taquilleras ha sido rodada con teléfonos, como [REC] 3, de Paco Plaza: parte del baile nupcial —con el mítico Eloise de Tino Casal de fondo— y diversos planos a la salida de la iglesia donde se celebra la boda se filmaron con un iPhone. “Te da mucha libertad y ninguna dificultad técnica, salvo que lo llevas en la mano de un forma peculiar y debes tener cuidado, porque no pesa, con moverte muy rápido”, recuerda Plaza. “Pero solo vale para simular que estás grabando con un móvil. Es una herramienta más, que funciona cuando la narrativa pide esa filmación con teléfono: el público reconoce la textura porque está habituado a ella. Por ahora no se puede ir más allá ya que la resolución es mala”. El documental Searching for Sugarman tiene también varias secuencias rodadas con iPhone, así que se ha convertido en el primer filme grabado en parte con un móvil que ha ganado el Oscar.
En 2005 Nokia España empezó a ofrecer móviles con películas precargadas, para verlas en su pantalla. Tres años más tarde Robert Redford, padrino del festival de Sundance, defendió en Barcelona, en el Mobile World Congress, “la pertinencia del móvil como la cuarta pantalla y sus posibilidades para los cineastas indies”. En diciembre de 2011 se estrenó en Los Ángeles Olive, de Hooman Khalili, con Gena Rowlands de protagonista, que se publicitó como la primera película rodada con un teléfono, el Nokia N8, pero su director usó una pequeña trampa: acopló al aparato una lente de 35 milímetros, un trípode y un visor. El experimento costó 300.000 euros. Hasta un grande ha dado el salto: el coreano Park Chan-wook usó un iPhone 4 con una lente adaptada (su truco) para filmar Paranmanjang, un mediometraje fantástico de 30 minutos, en 2011. Desde entonces se han multiplicado los cortos, las películas colectivas —como la argentina Belgrano, tu película— y los festivales dedicados a este tipo de filmes, en los que suele triunfar el género del terror. El último en sumarse ha sido el mismo Sitges, que hoy inaugura sección dedicada a cortos de temática fantástica hechos con dispositivos móviles, lo que incluye tabletas: Phonetastic Sitges Mobile Film Festival. Esta noche se proyectan los 25 cortos que han admitido en esta primera convocatoria.
Hooked up va más allá. Pablo Larcuen debuta en el largometraje, pero no en el uso del móvil en cine: con el corto Sí ganó en 2009 el premio del público —patrocinado por EL PAÍS— del Móvil Film Fest. Desde Francia, donde rueda su parte de una película colectiva basada en relatos de Boris Vian que patrocina Michel Gondry, el barcelonés cuenta por teléfono: “Conseguí algo de dinero tras el éxito de mi corto El elefante, y mi equipo y yo parecíamos abocados a rodar otro corto. Entonces pensamos que queríamos arriesgarnos, hacer ruido”. Saltaron al largo, y a hacerlo con un móvil: “Por eso pensamos en el terror en idioma inglés, que tiene un innegable enganche comercial, y que permitía que estuviera plenamente integrado en la historia el uso del teléfono”. Hooked up cuenta las desventuras de dos turistas estadounidenses, que graban todos sus pasos, una noche de farra en Barcelona. En la sala Apolo se cruzan con una chica que les propone seguir la juerga en casa, un destino del que se arrepentirán posteriormente. “Me molestan las películas en las que los protagonistas graban con el móvil, pero visualmente está claro que han usado una tecnología superior”. Larcuen solo añadió al iPhone, un pequeño imán, una pieza de plástico con la que logró dar profundidad a la imagen. Su equipo desarrolló un software nuevo para su trabajo y contaron con la colaboración de un técnico de Apple en el rodaje. “Hubo momentos de desesperación, pero el resultado ha merecido la pena”.
Para el cineasta, el futuro del cine no está en rodar con móviles, “pero las cámaras cada vez son mejores”. Con 14.000 euros, tuvieron una película de 78 minutos. Ahí entraron Juan Solá y Jaume Collet-Serra, de Ombra Films, con otros 20.000 para la posproducción. “Rodar un largometraje con móvil es muy complicado”, explica Solá. “Hacer películas con móviles no es una opción de futuro inmediato, ya que existen cámaras de alta definición asequibles con calidad excelente. Pablo se hubiera ahorrado muchos dolores de cabeza si hubiese filmado con una cámara, pero su atrevimiento ha sido recompensado”. El productor sí ve este avance como una democratización tecnológica: “Hace años filmar era algo para unos pocos. Hoy puedes hacer una película con una camarita y editarla en tu ordenador. El talento de un director se nota enseguida, haya rodado en el formato que haya rodado. Los medios están al alcance de muchos. Solo hacen falta muchas ganas y buenas ideas”.
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