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Ponga un piano en su vida

‘Grand piano’, de Eugenio Mira, con Elijah Wood como protagonista, inaugura el festival de Sitges

Gregorio Belinchón
Eugenio Mira y Elijah Wood en Sitges.
Eugenio Mira y Elijah Wood en Sitges. Miquel Benitez (WireImage)

El mexicano Guillermo del Toro acabó un día subyugado por el talento de J. Bayona, y decidió apadrinarle en El orfanato. Con una condición: cuando llegue el momento Bayona deberá a su vez empujar la carrera de un joven creador, en una especia de cadena de favores. Ese momento aún no ha llegado… pero llegará. Mientras tanto, otros directores españoles de la nueva hornada ya han empezado a ayudar a sus coetáneos. En el certamen de Sitges se pueden ver algunos resultados: Jaume Collet-Serra, a través de su Ombra Films, junto a Juan Solá, produce dos de los títulos participantes en el festival de cine fantástico y de terror. Su apuesta: películas hechas en España con ambiciones mundiales, y por tanto rodadas en inglés. Ahí están Minscape, de Jorge Dorado, y Hooked up, Pablo Larcuen. Otro realizador que ya ha dado ese salto ha sido Rodrigo Cortés que con su socio Adrián Guerra ha producido Grand piano, de Eugenio Mira, la película que ayer inauguró la 46ª edición del festival.

En Grand piano hay una apuesta por la pirueta visual, por el amor a entretener y un montón de referencias a Alfred Hitchcock y a El hombre que sabía demasiado. Tom Seldnizk, al que da vida un intenso y creíble Elijah Wood, es el mejor pianista del mundo. Tras cinco años de retiro, obligados porque en su último concierto fracasó al encarar una pieza complicada, vuelve a una sala de conciertos en Chicago. Y se sienta delante del piano como homenaje a su mentor, alentado por su esposa, un famosa actriz… y presionado por un criminal (John Cusack) que a través de un auricular le dicta órdenes para que interprete a la perfección la pieza mientras amenaza con matar a su mujer. Buried (Enterrado) en una sala de conciertos? Puede, porque Mira se enfrenta como hizo Cortés a que el espectador siga pegado en la butaca a pesar de no poder salir de esa sala de conciertos, y el pianista solo puede levantarse de la banqueta en breves descansos. “Fue un rodaje difícil. Todo un reto tanto técnico, porque el 80% del metraje ocurre en tiempo real, como personal, porque debía de dar el pego como pianista. Tengo la base, tengo incluso una pequeña discográfica y di clases de pequeño, así que conozco el paisaje, no me resulta extraño el instrumento. Es cuestión de ritmo, coreografía y timing”, recuerda Elijah Wood, que lleva una carrera bastante ejemplar, y que el año pasado rodó del tirón en España este filme –que se estrena comercialmente el 25 de octubre- y Open windows, de Nacho Vigalondo.

Anoche, en su proyección como apertura del certamen, Grand piano logró críticas dispares y un ardoroso aplauso del púbico, de las 1.600 personas que llenaron el Auditorium del Hotel Melia de Sitges, la sede del certamen. En el vestíbulo, a lo largo del día, Elijah Wood se fotografió varias veces con el piano negro que, varado en esa entrada, ve cada año cómo hordas y hordas de fans del fantastique disfrutan de la inmensa –ciclos, homenajes, una sección oficial que supera la treintena de títulos- programación del festival. Para Eugenio Mira es su cuarta visita como cineasta: aquí se proyectaron su corto Fade y sus dos largometrajes previos a Grand piano, The birthday y Agnosia. Pero ayer parecía disfrutar aún más que en anteriores ocasiones. Él también dio entrevistas sentado en el piano, y saltó, achuchó y rió con Elijah Wood. Como los fans, ellos disfrutaron de su momento Sitges.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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