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Una razón para congelar el tiempo

Aunque el fotógrafo argentino Lucas Boll busca la reflexión antes de realizar sus instantáneas, la verborragia de Nueva York cambió sus planes

LUCAS BOLL

Nueva York y Saguier, una localidad del interior argentino a más de 500 kilómetros de Buenos Aires, pertenecen a galaxias culturales distintas. Uno de sus pocos más de 40 vecinos, el fotógrafo Lucas Boll, ama la fotografía por la reflexión. “No soy de sacar muchas fotos, sino de pensar mucho. Me gusta más el proceso previo que el momento de realizar la foto”, asegura. En la urbe que define con la vertiginosidad de la verborragia, Boll, de 32 años, abandonó el negativo, se compró una cámara digital y empezó a disparar. ”En mi pueblo salgo a una calle vacía y me hago invisible. En Nueva York entré inevitablemente en ese mundo de consumo en movimiento”.

El fotógrafo Lucas Boll
El fotógrafo Lucas BollLUCAS BOLL

Con 19 años, Boll se marchó a Buenos Aires, para estudiar publicidad, sector con el que lleva vinculado los últimos 12 años. “Es un trabajo que me ayuda a volar mientras la fotografía me mantiene en la realidad”. Cogió la cámara porque en el trabajo no desarrollaba al máximo su curiosidad. “Necesitaba salir y mostrar algo”. Siete años después, valora que su decisión de empezar con la cámara de 35 milímetros y su paso a formato medio reflejan su visión reflexiva de la vida. “El negativo me ayuda a frenar, a poner distancia y pensar cuál es el punto de vista que quiero mostrar”.

Enamorado de Saguier, Boll percibe la nostalgia hacia su entorno en sus fotografías. Trata de describir cómo se detiene el tiempo y la cara buena del aburrimiento. “Allí no tienes esa sensación de agobio de la ciudad cuando no puedes conseguir algo, es auténtica meditación”. El pueblo surgió, según cuenta Boll, de su bisabuelo, que llegó de Dinamarca a principios del siglo XX con la fórmula de la margarina y creó un pueblo a su alrededor. “Veo en mí ese sentimiento de desarraigo en Buenos Aires porque no lo siento como mi lugar”.

El fotógrafo muestra su viaje a Nueva YorkVídeo: LUCAS BOLL

Boll siente lo que llama la sensación del turista. “Salir al campo y sentir que te vas a encontrar algo, aunque no sepas qué va a ser. Estoy todo el tiempo con esa sensación, hasta en mi pueblo”. Tras su viaje más cosmopolita, ofrece su instantánea de Nueva York. “Empecé a sacar fotos sin pensar tanto. Viajé con la intención de sentarme en Central Park a reflexionar y no lo logré. Estaba todo el día cansado, paseando de punta a punta”. Decepcionado por el mundo digital —se compró hace años una cámara para viajar a las montañas argentinas y la vendió a la vuelta para comprar una de formato medio— porque “no tiene los colores de la realidad”, Boll sigue fiel a sus orígenes. “Me gusta llevar las fotos a la pared, soy un romántico del negativo, es parte de la obra. La cámara digital la dejaré para video y fotos personales”.

Su asignatura pendiente es afrontar las exigencias de dedicarse profesionalmente a la fotografía. “No solo es pensar en la obra, sino estar todo el tiempo en movimiento, ir a convocatorias, muestras grupales, o ir a conocer gente y lugares”. Aunque se alegra de que el arte esté cada vez más de moda en Argentina, Boll percibe que en su país es muy difícil vivir de ello. “Si en Nueva York dices que eres fotógrafo a nadie le llama la atención. En Argentina, te preguntan que qué más haces”.

La ventana por la que Boll se inspira en busca de la tranquilidad
La ventana por la que Boll se inspira en busca de la tranquilidadLUCAS BOLL

Pese a las barreras, Boll ve posible dedicarse a tiempo completo a la fotografía. “Soy muy solitario, y eso hace que los tiempos vayan más lentos”. Editó un libro en mayo de 2010 sobre su viaje a Roma, que tituló Ido, y formó parte de una galería itinerante en Rafaela en el verano de 2011. “Queríamos mostrar allí lo que podíamos hacer en Buenos Aires”.

Aunque mira a muchos fotógrafos, Boll confiesa que le gustan muy pocos. “Me fijo en cómo piensa el artista.” Le gustan argentinos como Alberto Goldenstein o Guillermo Bueno, clásicos estadounidenses como Robert Frank o Walker Evans, y admira el uso de la luz que hace Rinko Kawauchi. “Los expertos no te cuentan nada de la técnica, sino la razón por la que sacan cada foto”.

Boll se inscribió en Se busca talento con una segunda intención. “Cuando viajé a Europa no fui a España porque siempre he pensado que merece un viaje exclusivo. Si con esto surge un trabajo sobre España, bienvenido sea”, contesta con ironía.

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