¿Y el tesoro de miniaturas?
Julio Muñoz Ramonet poseía una de las mejores colecciones de Europa en pequeño formato El conjunto fue sacado en los 90 del palacete dentro de una caja fuerte
No se ha escrito aún el último capítulo sobre la historia de la herencia legada a Barcelona por el industrial textil y promotor inmobiliario Julio Muñoz Ramonet en mayo de 1991. Tras un largo pleito de más de dos décadas entre las cuatro hijas y el Ayuntamiento de la ciudad por el palacete de la calle Muntaner, el consistorio consiguió el pasado 25 de julio acceder por primera vez al interior del edificio. Echaron en falta muchas cosas, y en especial la colección de arte, valorada en decenas de millones de euros. Los grecos, zurbaranes, rembrandts, botticellis y velázquez no estaban allí. Lo que ignoraban entonces los operarios, con Jaume Ciurana, concejal de Cultura, a la cabeza, es que ese no era el único tesoro en paradero desconocido. Tampoco consta el destino de la extraordinaria colección de miniaturas que Muñoz Ramonet conservó en vida.
En los inventarios de 1968, 1998 y 2005, usados por el consistorio barcelonés para calibrar su herencia, no aparecen todas las obras que formaban parte del legado. Pese a su minuciosidad (describe las esculturas, el color de las alfombras, cómo son las cortinas, el número de piezas que forman las vajillas o la ropa de cama conservada en cómodas y armarios) en ningún momento se mencionan las valiosas miniaturas.
En la colección que Rómulo Bosch Catarineu dejó en 1934 como aval de un préstamo concedido a su empresa Unión Industrial Algodonera (y que acabó en manos de Muñoz Ramonet cuando este compró la compañía), aparte de las pinturas destaca una colección de piezas en pequeño formato que Bosch había comenzado a adquirir en 1923 y que llegó a superar el millar de obras. En 1936, el padre de la museología catalana, Joaquim Folch i Torres, calificó esta colección, depositada en el Museo de Artes Decorativas de Pedralbes en calidad de aval bancario del préstamo, como “una de las más importantes de Europa de esta especialidad”.
Su valor económico era enorme. En una de las muchas tasaciones de la colección completa, fechada el 16 de enero de 1958, el conjunto de miniaturas, por entonces formada por 1.181 piezas, tenía un valor de 23,7 millones de pesetas, mayor que el dado entonces a las pinturas al óleo (22,2 millones), a los retablos y tallas (15,7) y a los enormes tapices (1,7 millones).
Llevan la firma de pintores como El Greco, Goya, Velázquez, Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz, Mengs o el francés Jacques Augustin
Esas miniaturas, retratos realizados sobre marfil o cobre, creados con la misión de mantener vivo el recuerdo de los seres queridos y se contemplaban en la intimidad, se dividían en su mayor parte entre ejemplos de la escuela española —499 piezas— y la francesa (410; consideradas las de mayor valor). La colección estaba formada, además, por obras de las escuelas inglesa (171), italiana (32), alemana (22), flamenca (18), suiza, holandesa y rusa (5 cada una), así como polaca (3), portuguesa (2) y un raro ejemplo llegado de Suecia.
Muchas de ellas son anónimas, aunque algunas llevan la firma de pintores como El Greco, Goya, Velázquez, Sánchez Coello, Pantoja de la Cruz, Mengs o el francés Jacques Augustin, considerado uno de los maestros de la disciplina.
Este diario ha tenido acceso a una relación de octubre de 1976 en la que aparecen inventariadas un total de 258 piezas. El listado, en el que se describe la figura representada, el soporte, la forma y la medida de cada una de estas obras, aparece titulado como Relación de miniaturas existentes en Porvenir, en referencia a una caja fuerte situada en la vivienda aneja al palacete de la calle Muntaner. Una casa que también ha sido heredada por la ciudad.
Pero, ¿dónde están esas miniaturas que por no constar en ningún inventario no pueden ser reclamadas por el consistorio barcelonés a partir de documentación alguna?
Cronología
1991. Fallece Julio Muñoz Ramonet en Suiza, a los 79 años.
1995. EL PÁIS hace pública la existencia del legado a la ciudad de Barcelona que las hijas ocultaron. Se constituye la Fundación Muñoz Ramonet.
2001.La justicia suiza avala el testamento en alemán que las hijas impugnaron.
2007, 2009 y 2012. Tres sentencias confirman que el legado pertenece a la ciudad.
2012. El Constitucional desestima una aclaración a la última sentencia del Supremo.
2013. El 25 de julio el Ayuntamiento recibe las llaves y accede por primera vez al interior del palacete, 23 años después de haberlo heredado.
Las primeras relaciones de obras pertenecientes a la colección Muñoz Ramonet se hicieron con motivo de las distintas compraventas y transacciones realizadas por el industrial entre los activos de unas y otras firmas de su entramado empresarial. Es el caso de un inventario de 1968. Entonces, Muñoz Ramonet se vendió a sí mismo la colección de Inmobiliaria Alós, que pasó a formar parte del patrimonio de otra de sus empresas, Culturarte.
Las miniaturas escaparon a la luz y los taquígrafos de esos inventarios porque, tal y como recoge la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 2007, la segunda de las tres que dan la razón al Ayuntamiento de la ciudad condal, había obras de arte, objetos de valor, joyas y bienes propiedad privada del industrial. No estaban por tanto adscritas a ninguna empresa y no constaban en las relaciones de bienes. Entre esas obras están las miniaturas.
En un inventario de 1998, que partió de una decisión judicial, se menciona que en el primer piso, en el despacho que perteneció a Muñoz Ramonet, se conserva en el interior de uno de los armarios empotrados “una caja fuerte abierta y vacía marca Fichet”. Se trata de la caja de color verde donde el empresario guardaba todos sus documentos. No hay rastro de otra caja fuerte situada en el sótano del edificio anexo de la calle de Porvenir donde estaban depositadas parte de la colección de miniaturas, joyas y dinero en metálico.
Que las miniaturas estaban en el interior del palacete cuando Muñoz Ramonet falleció en mayo de 1991, y por lo tanto son parte del legado que ahora pertenece a la ciudad, lo demuestra una factura emitida cuatro meses después de su fallecimiento, el 19 de septiembre de 1991. En ella, una empresa de construcciones situada en la calle Rogent de Barcelona gira un documento por valor de 96.655 pesetas a Inmobiliaria Lles, otra de las empresas del entramado empresarial de la familia Muñoz, en poder ya de sus cuatro hijas, para hacer unos trabajos “en la casa-vivienda sita en Barcelona, calle Porvernir-calle Muntaner, durante los días 16 y 17 de septiembre de 1991”.
El trabajo en cuestión consistió en “transporte de materiales a sitio, derribo de una de las paredes de tocho macizo y tabique” para extraer dos cajas blindadas. Luego se volvieron a levantar los tabiques de ladrillo para que no quedara rastro del butrón. También se sacaron los escombros y se llevaron al vertedero.
En otro documento, una empresa de grúas de Segur de Calafell presenta una oferta para extraer la caja fuerte “mediante la maquinaria y personal adecuados”, cargar y transportarla hasta Madrid “mediante camión grúa”. En la oferta figuraban también los trabajos para instalar la caja fuerte en su destino madrileño. El total: 280.000 pesetas. A las cuales había que sumar el 12% de IVA. Está claro que al menos en cuestiones tributarias aquellos eran otros tiempos.
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