La mirada del paseante
José Manuel Navia (Madrid, 1957) lleva años dándole vueltas a una pregunta en apariencia sencilla: “¿Por qué quité la foto de la cometa?”
Rebuscando en los archivos o simplemente en los registros de la propia memoria, se tiende a elegir precisamente aquello que te separa de la obra cotidiana. José Manuel Navia (Madrid, 1957) lleva años dándole vueltas a una pregunta en apariencia sencilla: “¿Por qué quité la foto de la cometa?”. La instantánea se realizó en la playa de Colliure, de camino al hotel en el curso de un reportaje sobre la vida de Antonio Machado. Quizás el mismo día en que hizo la foto de la lápida en el cementerio de la ciudad donde falleció el poeta. El momento, la hora y la luz transforman la imagen en un regalo para la vista del paseante solitario. Como nosotros ahora. La imagen recoge las últimas luces del atardecer, esa hora entre el rosa y el morado en la que todo tiende a difuminarse, con la playa semivacía.
Alguien oculto en la imagen vuela la cometa que lleva impresa ¡una boa! Casi seguro que, un momento antes de remontar el vuelo, se acercó al suelo. Con los brazos abiertos, tratando de atraparla, un niño, corre tras ella, llenando la escena de candor y melancolía. Navia, que lleva años trabajando en un proyecto sobre los viajes como una metáfora de la vida, contempló la escena con los ojos del niño que fue. Duró un instante, inevitablemente la mente lo llevó al recuerdo de su hijo que entonces debía contar unos ocho años.
El editor de Paris Matchdejó fuera del reportaje esa imagen que quizás le resultaba demasiado tangencial. Pensándolo mejor, el propio Navia encuentra que tampoco tiene mucho que ver con los paisajes de interior que marcan su obra. “Lugares muy distintos que siempre son los mismos”. Sin embargo, ahora se encuentra en esta página porque ha encontrado su lugar y posee toda la coherencia que queramos darle.
Babelia
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