Un brindis de tequila con Chavela Vargas
Amigos de la cantante, fallecida hace ahora un año, la recuerdan con un concierto en la capital mexicana
Chavela Vargas tuvo este lunes la mejor localidad para asistir a su propio homenaje. Justo un año después de que La Chamana abandonara este mundo raro, sus amigos la recordaron con un concierto en el Lunario del Auditorio de la Capital mexicana y le reservaron un butacón vacío de colores vivos sobre el escenario. Cantaron, evocaron su vida. Y como no todo iba a ser música y nostalgia, colocaron junto a su asiento una mesita cuya única excusa era sostener la inevitable botella de tequila e invitaron a su espíritu a participar de la parranda.
La celebración tuvo así menos de melancolía y mucho de fiesta, como a ella le hubiera gustado. Al otro lado del escenario se colocaron Los Macorinos, Miguel Peña y Juan Carlos Allende, los fieles guitarristas de Chavela en sus últimos tiempos que esta noche acompañaron las canciones del resto de participantes: los españoles Txontxu e Inma Serrano -presentadora del homenaje-, el compositor de origen salvadoreño Mario Ávila, los mexicanos Edgar Oceransky y Fernando del Castillo El Chino y, recién llegada de Buenos Aires, la cantante argentina María Elena La Negra Chagra.
El acto se convirtió en una celebración musical y en un ejercicio de memoria. “Chavela siempre llevó una niña dolorida en sus brazos y solo cerca de su muerte se atrevió a dedicar una canción a esa niña que había sufrido mucho. A mí me tocó ponerle música y ahora la voy a cantar”, dijo Ávila antes de interpretar La Niña. El Chino cantó Desde El abismo, un tema “escrito desde el corazón” que nació a partir de los dibujos que un pintor hizo a lápiz sobre los estados de ánimo de Chavela. Tontxu y Oceransky, como representantes de México y España, dos países que Chavela llevó en el corazón, entonaron juntos Piensa en mí. Serrano interpretó Amanecí en tus brazos y Cruz de olvido, entre otras. Y La Negra Chagra entonó No soy de aquí, ni soy de allá, de Facundo Cabral, y recordó cómo tocó “el cielo con las manos” cuando La Chamana la invitó a cantar con ella ese mismo tema en el Luna Park de Buenos Aires en 2004.
Después de la parte formal del concierto, llegó “la desmelenada”. Todos los participantes se arrancaron juntos con Macorina y los bises se sucedieron hasta que la botella de tequila quedó vacía y el público satisfecho. Desde primera fila, pero con el perfil discreto que ha mantenido desde la muerte de Chavela siguió el concierto María Cortina, directora artística del homenaje, biógrafa y gran compañera de La Chamana en los últimos años de su vida.
Decía Chavela Vargas, en una de sus últimas entrevistas, que había dejado de beber y de fumar al mismo tiempo. Pero esa confesión no era del todo cierta. Dejó de beberse una botella de tequila al día, un hábito que no impedía que su hígado fuera apto para la donación, según su propio testimonio. Pero nunca perdió la costumbre de tomarse unos vasitos que, “quién sabe qué pasó”, después de tanto tiempo le sabían a rayos. Y esta noche repitió el ritual. Sus amigos habían organizado un concierto para recordarla. Pero, quién sabe qué pasó, el espíritu de Chavela se personó en el escenario y acabó brindando con ellos.
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