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DON LUIS, EL FANTASMA DE GÉNOVA / 3

¡Me falta una partida de 300.000 euros!

Cuando no les salen las cuentas, se les ocurren cosas locas, como si fueran el conejo blanco de Alicia

José María Izquierdo
FERNANDO VICENTE (EL PAÍS)

Me notarán raro, pero es que todavía no acabo de ser yo. Ustedes están acostumbrados a ver a un titán de las cordilleras, a un atleta ciclópeo, a un galán maduro bien trajeado y mejor peinado, a un tiburón de las finanzas; a un tipo imponente, en definitiva… Pero aquí todavía ando haciéndome a mi nueva condición. El abrigo todo arrugado, que aún no sé cómo quitármelo, y tampoco puedo salir de Génova, aunque ya me ha dicho el fantasma de El Fary que pronto podré coger un taxi… Me pasan cosas tremendas, como que no logro hablar con Suiza, qué digo con Suiza, es que ni con mi Rosalía… Aquí, en la fantasmagoría, dicen que no me preocupe, que ya llegará el momento… Fíjense que tampoco puedo decirle a mi secretaria, que la tengo ahí a un palmo, eso de “hazle pasar dentro de media hora, que espere un poco”, que me encantaba hacerlo con los que traían la pasta, que era de relamerse verles acariciar el maletín de ejecutivo, como si fuera a quitárselo alguno de los conserjes… o de los ministros que pasan por allí, que si yo hablara de alguno… Por ejemplo, recuerdo uno que…

Sí hago mis pinitos, que conste. Intento aparecerme, que eso me haría mucha ilusión, qué quieren que les diga. Me planto delante de la gente y pongo caras amenazadoras. Fracaso. Pero ya me han advertido que se tarda, que no es cosa de llegar y ya está. Les he dicho aquí a unos colegas que si es cosa de pasta se puede arreglar. Los ahorros del trabajo honrado, ya saben… Pero me han dicho que no, aunque no vendría mal que les fuera soltando algún sobre, por si pueden interceder… Van dados estos, si creen que me van a tomar el pelo. Seré nuevo en la fantasmagoría, pero llevo más de treinta años en el PP. Y llevando cuentas. Desde Fraga. A mí con cachondeos…

Ayer me lo pasé muy bien, que un fantasma también tiene que tener sus ratos de esparcimiento, que aunque Tip y Coll nos hacen el número del agua algún día que otro en la fantasmagoría, no hay nada como tener bromas propias. Así que decidí llegarme a mi antiguo despacho, en la planta sexta, y allí estaba mi sustituta, la pobre. Pillé a Carmen Navarro rodeada de todo el departamento de contabilidad, en el trance de querer comprobar las cuentas de 2007 y 2008. Échale, el 2007 y el 2008. Así que me puse detrás de ella, con suficiente visión de los papeles. Fue un momento duro, de esos que forjan el carácter de un fantasma, que ver aquellos asientos contables me hizo revivir tantas y tantas cosas: las comidas con ese desconocido Correa, los sobres marrones, los viajes a Ginebra. Uno, a veces, es un sentimental. Pero me sobrepuse, que un Bárcenas Gutiérrez es un Bárcenas Gutiérrez, por muy incorpóreo que se esté, y me dediqué a prestar atención a lo que estaba sucediendo a mi alrededor.

¡Qué jolgorio, oigan! Decía la pobre, que todavía estaba en la primera página del Excel, a ver esta partida de 300.000 euros, con qué cuadra. Y allí todos a buscar, que si podía ser de proveedores, o de amortizaciones de locales de las sedes provinciales y cosas por el estilo, que ya se sabe que a los contables, cuando no les salen las cuentas, se les ocurren cosas locas, como si fueran el conejo blanco de Alicia. ¿Y si se corresponde con un error de un euro en 300.000 apuntes? ¿Y si se trata de un viaje a Bali para que Feijóo buscara emigrantes gallegos con la inestimable ayuda de Dorado? ¿Una jaca para Arias Cañete? ¿Un jaguar para Ana Mato?

Veía a Carmen morder desesperadamente el bolígrafo, ya algo desgreñada, una cierta mirada extraviada, y me decía: tira, tira, que ya verás cuando avances en los papeles, que entonces sí que va a ser una fiesta. ¡Y todavía les quedan 20 años por repasar! ¡Para matarse a reír! Una partida de 300.000 euros de 2007, dice. Como si no supiera yo de dónde vienen esas monedillas. Y sobre todo a dónde van. Ya les digo. Porque sepan que lo tengo todo anotado. Lo tiene guardado a buen recaudo el Bárcenas corpóreo, que lo suyo es ejecutar –con perdón-, mientras lo mío es más de espiar. Y de vérmelas, como fantasma, con la Cospe. Es que nos hemos repartido el trabajo, que todavía no sé si se lo he dicho a ustedes. Nos hablamos raro de uno a otro, como si fueran whatsapps, pero sin teléfono, que a ver dónde me guardo la Blackberry. Así que sigan con los 300.000, que les queda un rato para entender algo…

La verdad es que poco a poco ya me voy encontrando y empiezo a cogerle el tino a esto de ser incorpóreo, que enseguida se pierde, entre otras cosas, la finura en el tacto. Hoy he decidido ejercitarme, y he subido en el ascensor con mi buen amigo Álvaro Lapuerta, todo un señor, y ni cuenta se ha dado de cuándo le he chorizado la cartera. Y eso que íbamos solos. Me ha reconciliado mucho conmigo mismo eso de saber que sigo siendo el de siempre y que no he perdido facultades. Conste que se la he devuelto al mismo bolsillo.

Que honrado, a carta cabal. Como todo el PP sabe.

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