Rock sobre lienzo
Gala Knörr se fue de gira con una banda californiana y la retrató para su trabajo de fin de master en el prestigioso Saint Martins College
Gala Knörr (Vitoria, 1984) está en deuda con sus corazonadas. Tras acabar el bachillerato en Londres decidió estudiar Filosofía y Relaciones Internacionales en un arranque de fervor antibelicista contra una guerra, la de Irak, que estaba a punto de estallar. Pero después de un año se convenció de que eso no era lo que quería. Lo que de verdad ansiaba era estudiar Bellas Artes, así que pasó todo un verano buscando universidades donde aún aceptaran solicitudes fuera del plazo habitual. Encontró una, la Parsons School of Design de Paris, y a día de hoy ingresar en ella sigue siendo la mejor decisión que ha tomado en su vida. “Fue totalmente de chiripa; acabar el primer año de carrera y decirme a mí misma: ‘ahora o nunca”. Y gracias a una carambola similar su historia aparece hoy en las páginas de este periódico. “Mi compañera de piso me vio muy agobiada por el trabajo y me dijo: ‘EL PAÍS está buscando talentos”, explica dejando entrever que se presentó sin mucha convicción.
Aterrizar en París le cambió la vida. “Soy tímida de nacimiento. Cuando era pequeña no hablaba con nadie, me ponía roja”. Allí no le quedó más remedio que adaptarse, y tras un primer curso difícil —no conocía el idioma— aprendió a expresarse por medio de su trabajo. “Vi que podía hablar sobre arte y a través de él. Fue muy catártico”.
Finalizado su periplo parisino regresó a Londres para cursar un master en el prestigioso Saint Martins College, donde perfeccionó su técnica de mezclar fotografía y pintura sobre lienzo. Los protagonistas de la serie creada para su proyecto final, la misma que ha presentado a ‘Se busca talento’, son los miembros de un grupo californiano, The Entrance band, al que siguió de gira por Reino Unido. “Acabaron invitándome a Los Angeles con ellos y tocaron en mi exposición. Vivimos una experiencia bastante simbiótica”, recuerda esta admiradora de la Velvet Underground que debió sentirse como si hubiera participado en una de las performances en las que las proyecciones de la Factory acompañaban a la música de la banda de Lou Reed y John Cale. Precisamente Andy Warhol es una de sus mayores influencias. “Visualmente, puede que mi trabajo se parezca un poco”. Pero si algún artista le abrió los ojos, ese fue el pintor texano Robert Rauschenberg. “La primera vez que vi su obra fue en la escuela de arte. Para mí fue el punto de partida; el momento de decir: ‘Yo quiero hacer esto”.
Ha pasado prácticamente la mitad de su vida en el extranjero, desde los 16 años, y Londres es para ella un hogar más que un destino. Allí comparte un estudio con cuatro compañeros al que dedica todos sus esfuerzos, especialmente desde que hace dos meses dejó su trabajo con una conocida marca de ropa para dedicarse al arte a tiempo completo. “Londres es una ciudad muy grande, con muchas oportunidades y donde la competencia es bestial”. Pero más que un obstáculo, ella lo ve como un acicate dentro de un ecosistema en el que el sentimiento de comunidad trenzado por miles de emprendedores llegados de todo el mundo supone un estímulo. Algo que no logra encontrar en España. “Aquí me da la sensación de que siempre se ven los mismos nombres en las galerías. Creo que no nos ayudamos lo suficiente entre nosotros”.
“Al principio tienes que trabajar gratis un montón para conseguir la mitad”, reconoce dejando claro que todas las penurias acaban mereciendo la pena. Pero pocos hándicaps más duros que la timidez va a encontrarse en su camino; y escuchándola queda claro que su introversión es agua pasada. “Sobre todo tienes que ser muy espabilado”.
Babelia
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