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Los Fuente Ymbro protagonizan un dramático encierro

21 personas han resultado heridas como consecuencia de distintos traumatismos sufridos en el séptimo encierro. Un montón de mozos creado a la entrada de la plaza de toros ha impedido la entrada de los animales

Antonio Lorca

La mayor afluencia de mozos que participa en el encierro durante el fin de semana ha estado a punto de provocar una auténtica tragedia. Un gigantesco montón se formó justo en la puerta de acceso al ruedo, lo que impidió que pudieran entrar los toros y cabestros que llegaron a toda velocidad y se encontraron una barrera humana en la que se mezclaba la angustia, los aplastamientos y las escenas de pánico.

Mientras algunos mozos trataban de deshacer el montón desde el interior de la plaza, los animales, tan sorprendidos y asustados como los humanos, buscaban un hueco entre la muchedumbre sin comprender qué estaba sucediendo a su alrededor, pero con la fortuna para todos los corredores de que los animales solo mostraron interés por seguir adelante olvidándose de quienes le impedían el paso. En caso contrario, estaríamos hablando ahora de una tragedia de imprevisibles consecuencias.

Pasaban los segundos y continuaba el montón en una extraña mezcla de caras de personas aterrorizadas, junto a miradas perdidas de cabestros y toros. Varios toros cansados de empujar sin éxito al montón optaron por volver hacia la calle, mientras un toro jabonero se desplomó, víctima, quizá, de su propia sorpresa.

Alguien tuvo la buena idea de cerrar la puerta que da acceso a la plaza, lo que evitó que la manada volviera hacia el vallado de Telefónica y sorprendiera a los viandantes que, ya tranquilos, se dirigían hacia la plaza.

Mientras el montón continuaba, un corredor optó por entrar en la plaza reptando entre las cabezas de los jóvenes atrapados; a renglón seguido, y cansados ya de esperar, dos cabestros copiaron el método y saltaron por encima de los corredores hasta llegar a la arena, con los consabidos pisotones que recibirieron algunos de los amontonados.

Finalmente, ante el empuje de los animales, atrapados entre el montón y la puerta cerrada de acceso a la plaza, se abrió la puerta del callejón, y por ese estrecho camino pudieron pasar toros y cabestros hasta el ruedo.

Aún entonces continuaba el montón, la angustia, y los desvanecimientos. Así, uno de los mozos, totalmente desmadejado, fue trasladado a la enfermería de la plaza, donde fue atendido un numeroso grupo de personas, afectadas en mayor o menor grado por este grave accidente.

Curiosamente, el encierro de los toros de Fuente Ymbro había sido limpio hasta el momento de la llegada a la plaza. Se notaba más gente en la calle, como ocurre durante los fines de semana, lo que propició los repetidos atropellos y caídas, pero la manada corrió compactada sin hacer caso de los mozos.

Uno de los corredores quedó encerrado en mitad del grupo de animales en la Cuesta de Santo Domingo y recibió golpes de todos los colores; tres toros tomaron la delantera, y a una velocidad vertiginosa tomaron la calle Mercaderes, aunque ya en la curva de Estafeta fueron alcanzados por el pelotón. Y así, en ordenada fila, unos juntos a otros para resguardarse de los molestos humanos, llegaron hasta el vallado de Telefónica.

Cuando los primeros corredores y los animales se acercaban a la entrada a la plaza, nadie imaginaba lo que les esperaba unos metros más allá. Para sorpresa de todos, una auténtica muralla humana -se puede suponer que entre 150 y 200 personas- permanecía hecha un ovillo imposible de deshacer. Contra el montón chocaron los primeros animales, asustados ante impedimento tan imprevisto, mientras las caras de los amontonados eran la viva imagen el terror. No debe ser plato de gusto buscar una salida imposible mientras te echa el aliento en la nuca un toro astifino de más de 500 kilos. Da miedo solo imaginarlo.

Mientras los servicios médicos atendían a los mozos afectados por el montón, se conocía el parte médico del encierro hasta la llegada a la plaza: cuatro heridos por traumatismos y ninguno por asta de toro. Era esta la novena vez que corrían en Pamplona los toros de Fuente Ymbro y su saldo era de tres heridos por cornadas. Ellos, los animales, han continuado la tradición; no contaban, eso sí, con la aglomeración de corredores, con el gigantesco montón y el susto mayúsculo que, ellos también, se llevaron al cuerpo. Es una pena que no puedan referir tal batallita a sus nietos.

 

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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