Young
Para Neil Young las canciones nacen de un sentimiento y su desarrollo se puede extender en el tiempo o limitarse a un relámpago
Neil Young sostiene que lo peor para componer una canción es pensar. Y hay que fiarse siempre de quien hace bien su trabajo, pero se quita de encima la palabrería que lo suele acompañar. Para él las canciones son como conejos, a los que les gusta asomar fuera de la madriguera cuando nadie los ve. Para Neil Young las canciones nacen de un sentimiento y su desarrollo se puede extender en el tiempo o limitarse a un relámpago. Son comentarios de su reciente biografía. Conviene tenerlos en cuenta porque vienen de alguien capaz de componer Ohio al calor de las protestas estudiantiles y legarla como un himno inmarchitable.
Aunque dice no someterse a la dictadura del cerebro cuando agarra la guitarra, es de agradecer que un personaje tan fanático de las manualidades y los trenes en miniatura, siga concediendo importancia capital a la calidad técnica. A Neil Young una de las obsesiones que más le zarandea en el tiempo que vivimos es la mala calidad de la reproducción musical. Ahora que sabemos que la gran mayoría de los jóvenes consumen música siempre comprimida en las distintas evoluciones del MP3, un músico veterano como él se lamenta de que con todos los adelantos del progreso los más apasionados tengan una experiencia de escucha mucho peor que la que tuvo él en su juventud.
Incapaz de quedarse de brazos cruzados se involucró en un proyecto llamado PureTone y más tarde Pono. Convencido de que las propuestas actuales, de Apple a Spotify o la novedosa y elegante Deezer, suplen el viejo modelo de radiocasete y escucha de urgencia, pero no más, está empeñado en perfeccionar un modo de reproducción digital masivo que alcance los niveles que un músico sueña. Con el horizonte de lograr una reproducción de 384 kHz resulta encomiable que alguien que puede retirarse a exprimir giras puntuales y conciertos de gloria, pretenda aún enfangarse por amor al oficio de hacer canciones y darlas a oír en alta fidelidad. En su caso, quizá la pasión por los viejos coches recuperados también le impulsa a no rendirse al beneficio fácil que ha sacrificado la calidad auditiva sin que parezca importarle a nadie un comino.
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