“He rodado cada filme creyendo que iba a ser el decisivo de mi vida”
El cineasta italiano Giuseppe Tornatore presenta su última película, el 'thriller' 'La mejor oferta' El largometraje arrasó en los premios y en la taquilla de su país
La hermana de un amigo de un colega. ¿Quién? Ante la típica conversación en la que muchos perderían el hilo detrás de los grados de parentesco, Giuseppe Tornatore agudizó el oído. Resulta que la chica en cuestión era agorafóbica. Era 1984 y el director italiano, por si acaso, tomó nota en un cuaderno. Sin embargo, por mucho que le fascinara el personaje para un filme, no había manera de montar una historia a su alrededor. “No funcionaba”, cuenta. Lo mismo le volvió a ocurrir, una década después, con un subastador: sabía que era perfecto para una película pero no lograba ver cómo. Hasta que el tiempo fue buen consejero y Tornatore (Bagheria, 1956) halló la clave: fácil, había que juntarlos.
Así nació la inquietante La mejor oferta, que se estrena este viernes 5 de junio en España y que algunos medios italianos ya han calificado como la mejor película del cineasta siciliano. Él, en Madrid para defender a su criatura, la resume como una “historia de amor contada como un thriller, pero sin muertos ni investigadores”. Para hacerse una idea, añadan a Geoffrey Rush, incontables pinturas de mujeres, una atmósfera digna de Polanski e Hitchcock y pónganle la banda sonora de Ennio Morricone: con esta receta La mejor oferta se llevó seis de los últimos premios David (los Goya italianos) y sedujo a un millón y medio de espectadores en su país.
Donde, por otro lado, los compatriotas de Tornatore verían el filme doblado o con subtítulos. Porque La mejor oferta habla inglés, aspira a ser internacional y está rodado en parte en Italia, pero también entre Viena y Praga. “Ambientarla en mi país le hubiese dado un toque de comedia. Y cualquier ciudad italiana te obliga a una identificación de los lugares, mientras que quería una recreación casi indefinida”, asegura el cineasta.
Justo lo contrario ocurría con el filme que muchos —la Academia de los Oscar entre ellos— consideran su obra maestra. En su Sicilia natal, y solo allí, se podía rodar Cinema Paradiso (1988). De hecho, solo allí gustó, al menos al principio. Más en concreto aún, arrasaba en la ciudad de Messina a la vez que fracasaba en toda Italia. “Con el productor descubrimos que un exhibidor, que adoraba el filme, había colgado un cartel de ‘Entrada gratuita, paguen al final si les ha gustado”, recuerda Tornatore. Así, el director se desplazó a ese oasis feliz, para encontrar al público. Y recibir clases de cine de un charcutero, que le soltó: “Me habían dicho que la primera parte era buena y la segunda mala. Entré por la mitad y me gustó. Tal vez debería invertirlas”.
Por suerte, no lo hizo, por mucho que el desastre inicial en la taquilla le sorprendiera. “Era un filme que esperé hacer durante muchos años y siempre pensé que iría bien. Cuando vi que no ocurría, empecé a dudar de que quizás no bastaba con ponerles empeño y amor a las cosas”, defiende Tornatore. Aunque Cinema Paradiso ofrecía una lección distinta, más esperanzadora, que le enseñaba el encargado del proyector Alfredo al pequeño Totó: “Hagas lo que hagas, ámalo”.
Para Tornatore, esa frase es todavía ley de cada día: “Decido hacer una película cuando me doy cuenta de que pienso todo el tiempo en ella. Nunca he rodado ningún filme creyendo que era secundario, sino que iba a ser el decisivo de mi vida”. Lo mismo parece hacer el director con sus respuestas, que cuida, pondera y a menudo acompaña con una risa. Sereno, alegre, da la impresión de disfrutar tanto la conferencia mañanera como la charla. Más aún, quizás, comparado con el tour de force que pasó hace poco en Japón: 120 entrevistas, cuatro ruedas de prensa, y “al 95% las mismas preguntas”, todo en una semana.
Tal vez en Asia hablara también de su variado currículum, que ha oscilado tanto de géneros como de resultados, del desastre de Pura formalidad, a los aplausos para La leyenda del pianista en el océano, pasando por las críticas desiguales para Baaria. De todas, en cualquier caso, el director cree que son perfectibles.
Precisamente por eso, sigue una regla férrea que le impide volver a ver sus obras una vez que se estrenen. Lo que, ya te llames o no Tornatore, es cada vez más difícil. “En Italia en los sesenta hacíamos unas 300 películas al año. Ahora son menos de 100”, explica el director, que firmó el manifiesto para mantener la excepción cultural europea en las negociaciones con EE UU. Puesto a enumerar a los enemigos del cine, el creador coloca en lo alto del podio a la piratería. Luego, en orden disperso y cual círculo vicioso, vienen la caída de dinero y público, los productores menos dispuestos a arriesgar y el escaso amor de las ciudades a los rodajes. Y una razón más personal: “Hace años el productor se las apañaba solo. Ahora tengo que reunirme yo con distribuidora, abogados, agentes, seguro, patrocinadores”. Y unos cuantos etcéteras.
Menos gente —unos 10 de media según su estimación— le escribe a Tornatore cada día, entre cartas, correos, quien le pide consejo y quien le recomienda un libro. Y luego, como ocurría ayer en Madrid, otros le paran por un autógrafo o una foto. Sin poder seguir la norma de Luchino Visconti (“recomendaba que un director contestara a todas las cartas”), Tornatore ha acuñado la suya propia: “Me paro siempre enseguida con un fan. Más allá de todo, me he dado cuenta de que así terminas antes”. Ama lo que hagas. Y, si no, hazlo rápido.
Filmografía básica
El profesor(1987).
Cinema Paradiso (Oscar al mejor filme extranjero, 1988).
Pura formalidad (1994).
La leyenda del pianista en el océano (1998).
Malena (2000).
La desconocida (2006).
Baaria (2009).
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