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La guerra en la SGAE se traslada a la Fundación Autor

El presidente de la fundación, Antonio Onetti, presenta un informe criticando la gestión de Reixa y amaga con dimitir

Daniel Verdú

La calma no ha vuelto ni por asomo a la SGAE después de la Asamblea General del pasado jueves. Las luchas de poder no cesan y la silla de Antón Reixa se tambalea cada día más. Pese a haber superado una moción de censura hace menos de un mes y de que las cuentas que presentó en la asamblea fueran aprobadas por la mayoría (eso sí, con un escaso 56,13%), gran parte de su Junta Directiva y de su propia candidatura sigue pidiendo que dimita. El pasado lunes, Antonio Onetti, presidente de la Fundación Autor (el organismo que, entre otras cosas gestiona la monumental y costosa red de teatros Arteria), anunció en una reunión con el grupo de Reixa, según algunos asistentes, que cesaría en el cargo. La situación se ha convertido en “una locura”, según fuentes de la Junta, con “posturas desmesuradas y magnificadas” que podrían desembocar en unas elecciones anticipadas. Eso, o una nueva moción de confianza el próximo 16 de julio.

Esta es una casa muy grande y hay que ser muy prudente a la hora de actuar", dice Fermín Cabal sobre Reixa

Onetti dimitirá –si es que cumple lo anunciado en la reunión mantenida con su grupo-, precisamente, por desavenencias en la manera en que se ha gestionado la desinversión de la red de teatros valorada en unos 400 millones de euros. El que fuera uno de los hombres fuertes de Reixa y que le prestó todo su apoyo para llegar a la presidencia, ha denunciado delante de sus compañeros que la adjudicación de ese proceso a la empresa Thesan (que cobraba 35.000 euros al mes por las gestiones, tuvieran éxito o no) está llena de sombras. El director general de la fundación, Xosé Luis Canido, es un hombre de la absoluta confianza de Reixa.

La idea, han explicado fuentes de la Junta, es que esta tarde Onetti exponga ante el Patronato un informe detallado de la gestión y que en la próxima Junta Directiva, del 16 de julio, pudiera renunciar a su cargo en el órgano correspondiente. Algunos compañeros de candidatura creen que Onetti aspira a convertirse en el próximo presidente de la SGAE. Pero al parecer él ya lo ha descartado en voz alta repetidas veces.

Fermín Cabal, otro de los miembros de AUNIR que acompañaron a Reixa en el proceso electoral y que se sientan a su lado en la Junta, también ha mostrado públicamente su decepción con gran parte de la gestión del presidente. Él y Onetti (que votaron a favor de las cuentas en la Asamblea, según ha dicho Cabal) remitieron una carta a la junta la pasada semana pidiendo que se le busque “una salida honorable” a Reixa. “Ha hecho una labor extraordinaria. Es muy inteligente, tiene una gran experiencia en muchos de los temas que ha tocado. Pero esta es una casa muy grande y hay que ser muy prudente a la hora de actuar. Hay que delegar mucho más en la estructura profesional. Nosotros discutimos sus modos de gestión y su presidencialismo”, ha explicado Cabal a este periódico. “Ojalá pudiera seguir, pero creo que no será posible por las circunstancias que lo rodean”, insiste.

Dichas circunstancias, el ruido y la presión incesantes, comenzaron cuando el pasado 13 de marzo Antón Reixa remitió una carta a todos los socios acusando a un grupo de 11 autores de haberse convertido en “intermediarios” y “comisionistas” con prácticas fraudulentas con los derechos de la música de los programas televisivos que se emiten de madrugada. A una parte de su Junta Directiva no le gustó que se airease dicha polémica públicamente. Al grupo de implicados, todavía menos. Empezó una guerra abierta entre unos y otros que ha ido abriendo vías de agua en la gestión del año de mandato de Reixa. Hasta ese momento, cuando estaba a punto de cumplirse un año de su primer mandato, la SGAE era algo parecido a una balsa de aceite. Hoy ya ni siquiera se puede descartar que se convoquen elecciones anticipadas.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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