Cuando empatar es un triunfo
En el ecuador de la Feria las ventas suben y el sector busca asegurar el futuro Repasamos la cita madrileña en cinco claves. Lectores, edición digital, libreros, firmas y premios
Todos miran al cielo. Todos cruzan los dedos. Todos esperan que los siete días que quedan de la feria vayan como los diez que ya han pasado: primaveraniegospara que se mantenga el ánimo de compra de libros que, para algunos, ya está entre un 10% y un 20% más que el año pasado, aunque para otros se mantiene igual. Si la tendencia prosigue se frenaría la caída en las ventas producidas desde 2008, que acumula cerca de un 40%, pero lejos aún de sus mejores largos años.
Libreros, editores y escritores esperan que el destino no se tuerza, aunque son conscientes de que en la primera semana de feria han tenido, aparte del buen tiempo, un aliado clave: las nóminas recién pagadas. Para Pilar Gallego, presidenta de la Feria, buena parte de este parcial balance satisfactorio se debe a que la gente quiere hacer un paréntesis en la crisis a través de la lectura y, de paso, ya compra los libros que les acompañarán en verano. Estos diez días la Feria se puede mirar desde diferentes ángulos, entre ellos algunos con autocríticas e intenciones de ponerse al día para encarar mejor el futuro.
Crear nuevos lectores
Una de las reflexiones clave que marcan el ecuador de la Feria tiene que ver con el hecho de que el sector ha caído en la cuenta de que para garantizar el futuro del libro no basta con dedicar toda la energía a las campañas de venta y debe prestar especial atención a la creación de nuevos lectores y al fomento de la lectura, para lo cual requiere de la colaboración del Gobierno. La crisis ha mostrado que en España se editan muchos libros (el año pasado fueron 88.349 títulos) pero no se lee lo suficiente.
‘e-books’ más baratos
La dimensión digital del libro ofrece dos aspectos estos días: la primera tiene que ver, según editores y escritores, con la necesidad de bajar el precio de los libros electrónicos, de hacerlos más accesibles al lector, no solo para garantizar compradores sino también como una de las medidas esenciales para combatir la piratería que aumenta en España (el 68% descarga libros gratis). Para ello, además de lanzar las novedades editoriales en formato tradicional y digital, el sector pide que el Gobierno baje el IVA al e-book que hoy es el 21% y lo homologue al del papel, del 4%. Un apoyo fundamental para las dos partes debido a que el negocio editorial representa para España el 0,7% del PIB.
Manifiesto de los libreros
El segundo aspecto para garantizar el futuro del libro tiene que ver con la legalidad en la venta de obras. Los libreros españoles se unen a las protestas de Francia y Reino Unido contra Amazon, a través de un manifiesto que empieza diciendo: “Los libreros españoles seguimos con atención las declaraciones hechas por la ministra de Cultura de Francia, la Sra. Filipetti, en la que expresa su hartazgo de Amazon por sus prácticas desleales, su posición de cuasi monopolio, y la amenaza de destrucción del tejido librero independiente que supone una posición claramente agresiva y que pretende la expulsión del mercado de sus competidores”. El manifiesto termina con una petición al Gobierno: “Una actuación decidida de apoyo al Plan Estratégico del Sector del Libro, y de manera especial a la red librera independiente, garante de la supervivencia de la edición de calidad, y una actuación decidida en contra de las ‘descargas ilegales de contenidos digitales’ que defienda a autores, editores, traductores, ilustradores, distribuidores y libreros, ya que de esta manera es cómo los ciudadanos salen ganando”.
Escritores al pie del cañón
El encuentro entre autores y lectores es una de las señas de identidad de la feria y este año más que nunca. No solo han acudido al Parque del Retiro aquellos que tienen novedades porque saben que entre todos deben contribuir a la venta de ejemplares. Bien es verdad que las colas más largas son las de los autores mediáticos que pueden salvar la jornada para la caseta. Ahí están desde Paz Padilla hasta Mario Vaquerizo, pasando por Carmen Bazán y Alberto Chicote que crean remolinos de gente con cámaras de fotos y móviles filmándolos. Pero también están los creadores más literarios como el nuevo Príncipe de Asturias de las Letras, Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Javier Cercas, Edmundo Paz Soldán, Almudena Grandes, Marta Sanz, Andrés Trapiello, Fernando Aramburu, Elvira Lindo, Álvaro Pombo, Julio Llamazares o Arturo Pérez Reverte, que reinó en la feria el primer fin de semana. Junto a ellos, autores en otros idiomas como Donna Leon, Glenn Cooper y Sara Lark.
Premios y celebraciones
Las entregas de galardones y encuentros con gente del mundo de la cultura lo inauguró el primer día la concesión del Premio Alfaguara de Novela, en los jardines de Cecilio Rodríguez, a José Ovejero por La invención del amor. Allí estuvieron escritores como Luis Goytisolo, Manuel Rivas, Manuel Vicent, Andrés Neuman, Rosa Montero, Mercedes Castro, Marina Mayoral o Javier Gomá; entre la gente del sector editorial Beatriz de Moura, Ana Gavín, Palmira Márquez, Carina Pons y Gloria Gutiérrez; entre personajes del cine y la televisión Agustín Díaz Yanes, Álvaro de Luna, Gerardo Herrero, Ana Álvarez, José Ángel Egido, Azucena Rodríguez, Luisa Martín, Manuel Gómez Pereira, Montxo Armendáriz, Lluvia Rojo, Silvia Marsó, Marta Fernández.
El martes, el relato El paraíso, de Jesús Ferrero, fue merecedor de la XXIV edición del Premio de Narración Breve UNED, con un jurado presidido por el poeta y Premio Cervantes José Manuel Caballero Bonald. El miércoles, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte anunció su fallo a las mejores ediciones en 2012 para la Antología de ilustraciones (Bárbara Fiore SL), de Jimmy Liao, en la categoría de arte; en libros infantiles y juveniles, Eguberría, Tradiciones, canciones y cuentos navideños (Nerea), de Juan Kruz Igerabide. Y el sábado los libreros del Club Kiriko distinguieron en el Pabellón Infantil El secreto de Luis (Corimbo), del escritor e ilustrador Mario Ramos.
* Con la colaboración de Flor Gragera de León y Javier Molina.
Intelectuales frente a la crisis
Tres generaciones, tres géneros. Francisca Aguirre (Alicante, 1930), Premio Nacional de Poesía de 2011, la narradora Almudena Grandes (Madrid, 1960) y el ensayista y profesor César Rendueles (Gijón, 1975) debatieron ayer en la Feria del Libro de Madrid en la mesa redonda Tres generaciones, tres géneros, tres visiones críticas de la realidad organizada por el diario EL PAÍS, con la moderación del periodista Javier Rodríguez Marcos.
Para Almudena Grandes el momento en que descubrió, a la edad de 12 años, que su abuela había visto en el teatro a la actriz Josephine Baker fue "fundacional" para situarse en su país y con respecto al pasado. Entonces se dio cuenta de que no sabía reconocer a su abuela como nieta. "Yo estaba recibiendo una educación de la postguerra. ¡Mi abuela era más moderna que yo!". Así, cuenta la autora de novelas como Inés y la alegría o El corazón helado, se alteró la línea de su realidad y observó cómo el progreso no transcurre por caminos rectos. Grandes afirmó que la misión de los intelectuales es la de emplear su pequeña parcela de poder para dar voz a la sociedad civil, teniendo presente que el tiempo dictará la necesaria reflexión ante "una situación tan gelatinosa" como la de ahora. La escritora abogó por la refundación de una izquierda que sigue anclada en "los discursos del siglo XIX".
Rendueles aseguró que la crisis actual “se masticaba” desde hacía mucho tiempo y que los intelectuales deben romper tabúes y “no tener miedo a ser pesados”, a ser tildados de “progres trasnochados” y a sucumbir a la originalidad. El ensayista justificó la desconfianza hacia pensadores que “han sido correa de transmisión del poder” y argumentó que el gran despiste de la izquierda se produjo en los ochenta, cuando se renunció a que la idea de que la igualdad “es irrenunciable”.
Una apasionada Francisca Aguirre, quien se definió a sí misma como “una autodidacta químicamente pura”, defendió la necesidad de la cultura y de los libros como espacios de libertad. La poeta apuntó al “dogmatismo” como a una de las enfermedades graves de la sociedad actual e insistió: “Hay que quitarle a la gente de la cabeza que hay cosas que no se pueden criticar. Todos ganaríamos en salud”.
Grandes y Rendueles hablaron de una democracia que ha sido "blindada" a tal extremo, que los ciudadanos no pueden controlar ninguna de las instituciones y estuvieron de acuerdo en que es un error pensar que la estabilidad siempre debe acompañar a la política.
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