Cuando la Guerra Civil no duele
Se estrena ‘Insensibles’, sorprendente debut del director Juan Carlos Medina.
Por debajo de las cicatrices que han cerrado en falso las heridas que dejó la Guerra Civil española, se esconden muchas historias, suficientes para alimentar películas de calado como El espíritu de la colmena o El laberinto del fauno. Insensibles, del debutante Juan Carlos Medina (Miami, 1977), juega a seguir esa senda y mezclar géneros en una indagación oscura al fondo del mal. “Me gustan los filmes que funcionan en muchos niveles, que cambian de tonos”, aduce su director y coguionista, que ha pasado una odisea hasta ver estrenada su historia. De padre español y madre francesa, Medina vivió hasta los 12 años en Madrid, y después en París, donde estudió cine. “Sin embargo no he parado de ir y venir. Hice de meritorio en el rodaje de Torrente”.En 2004 escribió este guion junto al director y guionista Luiso Berdejo. “En 2005 el libreto ganó un concurso de guiones, y pensamos que eso lo lanzaría”. No fue así. Durante años luchó por levantar la financiación. “A todo el mundo le gustaba, pero nadie se metía. En Estados Unidos hay un dicho que asegura que si tiras un buen guion por la ventanilla de un coche, a los dos años verás la película. En Europa solo se leen los libretos que llevan los amiguetes”. Tras muchos esfuerzos, “y con respaldo desde Francia”, pudo completar la financiación de un presupuesto cercano a los tres millones de euros.
En Insensibles el espectador asiste a dos historias en paralelo: la de un neurocirujano (Alex Brendemühl) que descubre que su pasado no era el que sus padres le habían contado, y el de un grupo de niños de los años treinta aquejados del síndrome de Nishida: no sienten dolor. Las dramáticas vidas de los críos —comandados por el más listo, Benigno— en un manicomio durante la Guerra Civil; la brutal aparición en pantalla de Berkano, un monstruo torturador; los descubrimientos del cirujano y su relación con la memoria histórica… Todo confluye en Insensibles, un filme de terror y fantástico pero nada sobrenatural. “Buscaba resonancias entre las historias, que el pasado oculto impidiera al protagonista ser una persona completa”. Medina traza un paralelismo con lo que ocurre en la sociedad actual: el pasado, que muchos impiden que veamos, ensombrece el presente. “Durante medio siglo nos quisieron incivilizar. Imagina a una persona, como España, con la riqueza intelectual de la Segunda República, le cortan brazos y piernas, y luego se le pide que se regenere”. Su Insensibles, que se estrena el viernes que viene, nació desde el personaje de Berkano: “Me preguntaba cómo podemos vivir sin dolor. Porque el hombre es porque siente. Pensé en seguir el camino de esa insensibilidad, desde la infancia y la inocencia, hasta su conversión en monstruo”.
Medina ha dirigido una de la grandes películas españolas del año, y ya está preparando su siguiente proyecto, Dan Leno, el Golem y el music-hall, novela de Peter Ackroyd que ha adaptado con Jane Goldman, “la Rolls-Royce de los guionistas británicos”, y que llevará al cineasta a un filme en inglés ambientado en el Londres decimonónico tabernario. “Ha sido una colaboración increíble, y ahora, con el guion rematado, esperamos rodar a inicios de 2014”. Con suerte, no será un proceso tan arduo como ‘Insensibles’: “Bueno, todas las películas son difíciles”.
Babelia
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