Un precioso tráiler
Sin ritmo interno, monocorde dentro de su multiplicidad de escenarios, y con una música grandilocuente
A pesar de que pueda haber obras cuyo proceso de producción sea casi tan importante como su contenido, al espectador quizá se la traiga al pairo si la película ha costado mucho o poco dinero, si han tardado cuatro días o cuatro años en hacerla, o si la ha pagado el Estado, un fulano o un montón de fulanos. Al final lo esencial es si el precio invertido en la entrada ha merecido la pena. En El cosmonauta, indudablemente uno de esos casos, ambas cuestiones pueden acabar retroalimentándose en cualquier comentario, sobre todo por el primer pensamiento que surge tras verla: estos jóvenes son unos artistas para las ventas y la producción, y Nicolás Alcalá tiene capacidad visual, pero el talento narrativo es casi invisible.
EL COSMONAUTA
Dirección: Nicolás Alcalá. Intérpretes: Leon Ockeden, Katrine De Candole, Max Wrottesley, David Barrass, Greg Blackford. Género: drama. España, 2013. Duración: 78 minutos.
Ponerse a escribir una buena historia parece mucho menos tangible y bastante más difícil aún que reunir el dinero. En la película hay una apreciable idea que cabe en una sinopsis (un cosmonauta ruso consigue regresar a la Tierra cuando se le da por perdido, pero encuentra un planeta desierto y sin vida), con un desarrollo cojitranco en su estructura no lineal, y contenido más bien vacuo. Sin ritmo interno, monocorde dentro de su multiplicidad de escenarios, y con una música grandilocuente que pocas veces confluye bien con las imágenes en su tono, El cosmonauta, eso sí, tiene unas potentísimas y muy meritorias imágenes aisladas, perfectas para vender un tráiler. El problema es que lo que hay que vender ahora es una película.
Babelia
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