Un todoterreno de la televisión
El productor Sergi Schaaff le propuso a Constantino Romero hace un año recuperar el emblemático concurso 'El tiempo es oro'
“La voz era lo que más llamaba la atención y era lo que llenaba la pantalla”. El realizador de televisión Sergi Schaaff destaca así uno de los grandes méritos de Constantino Romero, con el que puso en pie en TVE El tiempo es oro, uno de los concursos culturales más famosos de la televisión española. Y es eso, su pasión por saber y el dominio de la lengua lo que Schaaff quiso poner de relieve de una manera muy especial. “Constantino era un hombre que tenía un nivel cultural importantísimo y trabajaba con mucho rigor". Hasta el punto de que se sabía casi todas las respuestas de las preguntas que se formulaban en El tiempo es oro, muchas de ellas enrevesadas y solo aptas para concursantes verdaderamente ilustrados en las materias.
A Romero le gustaba el lenguaje y los juegos de palabras. “Teníamos una secretaria a la que cada día saludaba con un adjetivo diferente; a ser posible muy rebuscado. Un día se dirigió a ella como “la inmarcesible Yasmine” y todo nos quedamos sorprendidos. Nos explicó que la había llamado así porque era una persona que no se marchitaba”.
En los mediados años ochenta, Schaaff dirigió a Romero en El tiempo es Oro, (un programa que le reportó abundantes galardones, entre ellos el premio al mejor programa de televisión en 1990) y también en el concurso La vida es juego. Además contó con él para presentar Valor y coraje, un precursor de los programas de telerrealidad, en el que tuvo oportunidad de mostrar una faceta más próxima al periodismo. TVE sostenía entonces que la elección de Constantino Romero eliminaba cualquier posible tendencia a la lágrima fácil.
Y aunque en los últimos años se decantó por el teatro y los musicales, Schaaff y Romero barajaron la posibilidad de recuperar El tiempo es oro. “Quisimos rescatarlo. Pero la televisión le resultaba ya muy duro. Sobre todo las grabaciones”, asegura el productor.
Los concursos eran un buen campo para la improvisación. Y en ellos siguió cuando abandonó TVE. En Antena 3 presentó a finales de los años noventa Alta tensión y La parodia nacional y fue uno de los rostros de la incipiente televisión de Castilla-La Mancha. Precisamente su primer director general, Jordi García Candau, ha manifestado que en el canal autonómico fue una auténtica estrella por su condición de albaceteño universal. “Era uno de los personajes más polivalentes de la comunicación. La gran voz de la televisión y la radio en los últimos años”, dijo Candau. Como ejemplo de su enorme popularidad recordó que en una encuesta sobre valoración entre 10 presentadores arrasó con el 68% de estimación.
Para el presentador de televisión José María Iñigo, era "la mejor demostración" de que para ser un buen presentador "no es necesario medir dos metros, ser rubio y tener ojos azules. Él vendía talento, no fachada". Manuel Campo Vidal, presidente de la Academia de la Televisión, lamentó la pérdida de “uno de los grandes de la historia audiovisual española durante casi medio siglo”.
Babelia
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