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Gracia Querejeta: “La industria del cine ha llegado a unos límites lamentables”

La cineasta presenta en el Festival de Málaga ‘15 años y un día’, una mirada adulta al mundo adolescente

Rocío García
Gracia Querejeta junto a los actores de '15 años y un día'
Gracia Querejeta junto a los actores de '15 años y un día'Carlos Diaz (EFE)

Una mezcla de preocupación y felicidad. Gracia Querejeta no oculta ninguno de estos dos sentimientos tan dispares. El orgullo y alegría le ha llegado de la mano de 15 años y un día, un emotivo viaje a la familia a través de un adolescente que hoy se ha presentado en el Festival de Cine de Málaga y que le ha costado más de tres años sacarla adelante. “He sido muy feliz rodando porque rodar en España ya es una hazaña. He tratado de disfrutar cada segundo porque me parecía un auténtico lujo”, confesaba hace apenas unas horas bajo la cegadora luz malagueña. La amargura, cómo no, viene de la situación que atraviesa el cine español. “La industria ha llegado a unos momentos lamentables de crispación y desencuentro que tenemos que acabar con ellos porque nos hace un daño tremendo. Debemos de buscar entre todos puntos de encuentro, que seguro están en algún sitio”.

Protagonizada por Maribel Verdú, Tito Valverde y Arón Piper, entre otros, 15 años y un día, el largometraje número siete de la carrera larga en el tiempo –Gracia Querejeta comenzó en 1990 con El viaje del agua– nace de una mirada, de la que captó cuando caminaba junto a su hijo adolescente por la calle. “Fue el cruce de miradas entre un grupo de chavales y mi hijo. No hubo ningún incidente grave, no pasó nada, pero vi esa mirada y me asusté”, confiesa la realizadora que indagó y ficcionó en el pánico que puede provocar en el mundo adulto la adolescencia. “Sobre todo, cuando pensamos que se nos escapa la vida de un adolescente”, añade Querejeta. El hijo, pero también el padre. Hay mucho de la historia personal de la realizadora en 15 años y un día. En realidad, en todas las que ha dirigido, pero en esta algo más especial. Es la primera película que dirige sin Elías Querejeta, su padre, como productor y a él, que atraviesa un momento delicado de salud, está dedicada. Un productor que le marcó su carrera y que, lejos de mimarla y de protegerla en una urna de cristal, le ayudó a enfrentarse a retos más duros. “A Elías le debo el 80% de lo que yo soy en esta profesión, me ha dado una escuela formidable. En algún momento se ha llegado a pensar que Elías criaba directores mimados que solo podíamos rodar de una determinada manera. Yo soy el claro ejemplo de que eso no es así. Me ha dado tablas para moverme de otra manera, y no solo a su manera y en sus tiempos”

Y ese ejemplo está en los tres años que ha pasado dirigiendo series de televisión, a falta de oportunidades en el cine. Ella supo esperar y aceptar que su película fuera más pequeña, más íntima, con un presupuesto mucho más mínimo, de acorde a los tiempos que se viven. Y está orgullosa de su paso por la televisión. “Al no poder levantar el proyecto, driblé a la televisión en un momento bueno y los años que he pasado dirigiendo las series –empezó con Hospital Central- han sido decisivos en mi manera de enfrentarme al oficio. Tengo la sensación que de alguna manera he cambiado para siempre. Te acostumbras a otro ritmo de trabajo más rápido. Creo que he conseguido sacar de la televisión lo más positivo que es la versatilidad, la capacidad de reacción en segundos, cosa que en el cine que yo había hecho antes era mucho más pensado. Me ha dado sentido de oficio, que consiste en dirigir, unas veces con más medios, otras con menos, otras incluso de encargo. He ganado en ahondar en aquello de sacar todo lo que uno pueda en cada momento”.

Tres con las películas fundamentales en la vida de esta realizadora madrileña de 50 años y no, sorprendentemente, las más afamadas. “La primera”, confiesa, “fue la primera porque fue todo un salto al vacío. Se dijo de ella que no la había dirigido yo y que la había hecho mi padre. Así empecé yo. Luego Héctor, porque vino en un momento muy delicado justo antes de que mi padre se pusiera enfermo por primera vez y era la primera que no escribía con él. Y la tercera, esta que presento hoy aquí en Málaga, no por el hecho de ser la última, sino porque me he tenido que adaptar a una situación distinta a la que yo estaba acostumbrada cuando empecé. Entonces, uno terminaba rodando aquella película o aquella historia que quería. Eso hoy se ha acabado por completo. Esa sensación se ha esfumado” Y, en su lugar, se ha instalado la parálisis y la frustración. Pero Gracia Querejeta se muestra radical en este tema. “Creo que la industria está contribuyendo a crear más crispación de la que ya tenemos. Hay que ir por otro camino. Hemos llegado a unos límites lamentables, de sensación de desencuentro. No nos conviene para nada como profesionales. Es el momento de detenerse y de buscar algún punto en común. Debemos ir por otro lado, porque así no vamos a ningún sitio. ¿Hay algún punto donde nos podamos encontrar? Lo debemos encontrar porque si no esto sí que va a ser una auténtica catástrofe”.

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