Muere el pintor franco-chino Zao Wou-Ki, maestro de la abstracción
El artista fallece en Suiza a los 93 años Padecía Alzheimer y había sido hospitalizado dos veces desde marzo
Zao Wou-Ki le gustaba recordar que nunca rompió del todo sus lazos con China, aunque se expatriara a Francia en 1948. Durante su visita al IVAM de Valencia, con motivo de la primera retrospectiva que le dedicó un museo español en 2001, relató un viaje que realizó al país donde nació en 1921 para impartir unas clases ante la comunidad artística local en las que defendía el abandono del imperante realismo socialista. Ciertamente, el artista franco-chino tomó pronto un camino muy personal que le alejaba de las consignas y de la figuración más funcional. Intentó “inventar la ligereza”, como él mismo decía, a través de sus pinturas abstractas. De hecho, a raíz de su reciente muerte a los 93 años, se ha glosado su nombre como uno de los maestros de la abstracción lírica del siglo XX. La presencia de sus obras en los principales museos de arte contemporáneo del mundo avala este oficioso título, si bien él renegaba de cualquier etiqueta que conllevara una posible carga de repetición de sí mismo. Su objetivo era “luchar contra la repetición pues gangrena la espontaneidad”. No extraña, en consecuencia, su estima en un momento de su trayectoria por cierto expresionismo abstracto americano de cariz lírica.
“Para mí”, decía Zao Wou-Ki, “la pintura china dejó de ser creativa a partir del siglo XVI. A partir de entonces, los pintores chinos no hicieron más que copiar lo que la gran tradición Han y Song había inventado. El arte chino se convirtió en una serie de recetas de fabricación, al confundir lo bello con la habilidad. Desde la infancia, viví esa tradición como un molde del que tenía que librarme”. Se libró y conoció en París a sus admirados Picasso, Giacometti, Léger o Miró, desprendiéndose paradójicamente de la influencia que habían ejercido el artista malagueño o Matisse para retomar sus raíces orientales, acuñando una escritura que sintetizaba “los ideogramas chinos y la sutil poética de Paul Klee”, según señaló Emmanuel Guigon, comisario de la exposición del IVAM, que contó con un visitante de excepción, el premio Nobel de literatura Gao Xingjian, también residente en Francia.
Fue su amigo, poeta y pintor, Henri Michaux quien le sugirió que introdujera elementos tradicionales chinos en un momento en que, precisamente, Zao Wou-Ki no “quería parecer chino”. Pictóricamente, el creador lo explicaba de otra manera: “Fue Cézanne quien me ayudó a volver a encontrarme como pintor chino”. Su estilo se fue gestando con influencias orientales y occidentales, como el expresionismo abstracto, hasta desembocar en sus apreciados paisajes evocadores que remiten a un universo interior. “Nunca he sabido hablar de mi pintura. Lo que cuenta únicamente es el cuadro. A veces, cuando oigo a los jóvenes pintores hacer largos discursos sobre la manera en que pintan, la evolución de su trabajo, como se dice, me sorprendo sonriendo interiormente”, comentaba el pintor.
El pintor, que sufría Alzheimer, falleció en Suiza siendo un artista muy cotizado. Su pintura ‘Homenaje a Tou-Fou’ (1956) fue adjudicada en subasta en Christie’s de Hong Kong en 2008 por algo más de cuatro millones de euros. Los hijos del artista acusan a la esposa de Zao Wu-Ki de haber sacado al pintor de Francia en contra de su voluntad, lo que anticipa una posible disputa familiar por la herencia de un artista de exquisita sensibilidad que supo aunar la tradición china con la contemporaneidad occidental.
Babelia
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