Uno de los grandes

Supongo que como casi todos los compañeros y amigos de Bigas Luna, todavía no puedo creerme la noticia inesperada de su muerte. Conocí a Bigas como cineasta, como autor, mucho antes de conocerle como persona. Su cine ha influido de una manera u otra a todos los cineastas de mi generación que cuando empezábamos a pensar en hacer cine teníamos en él un ejemplo a seguir, un referente de lo que era una de las obras más transgresoras y autorales del cine de nuestro país en ese momento. Un cineasta con una carrera extensa y diversa pero que ha logrado tener algo en su obra muy difícil de conseguir: un sello propio. La carrera de Bigas abarca muchos campos no solo el cinematográfico. De él podríamos hablar como un creador global. Y en cada una de sus creaciones, aunque fuera un spotpublicitario, veíamos, reconocíamos su estilo. Un estilo universal que le convirtió en uno de nuestros cineastas internacionalmente más reconocidos y que a la vez estaba tremendamente ligado a la cultura de su país y a sus raíces catalanas.

Tuve la inmensa suerte de conocerle más personalmente cuando los dos coincidimos en candidaturas enfrentadas para la presidencia de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Y lamento profundamente que este encuentro con él sucediera tan solo hace dos años. Porque si como cineasta era sorprendente y único, todavía lo era más cuando le conocías en persona. Divertido, vital, listo como ninguno, seductor e irrepetible. No podré olvidar nuestros debates en la radio catalana donde siempre me ganaba por goleada. Y lo más gracioso es que no me importaba. Porque con Bigas era imposible enfrentarte. Lo llevo repitiendo todo el día pero me alegro de dejarlo por escrito. Se ha ido uno de los grandes no solo del cine, sino de la cultura española.

Judith Colell es directora de cine y vicepresidenta de la Academia