El fin del mundo entrará por España
'Los últimos días’, de los Pastor, es uno de los pocos ejemplos de ciencia ficción española Este género es el último gran reto de la nueva generación de cineastas
Via Laietana, destrozada. El Hospital del Mar, calcinado hasta sus cimientos. La estación de Sants, convertida en epicentro del mal y de tipos duros. En fin, Barcelona hecha un páramo. Así es la ciudad —justo en la que nacieron— que retratan los hermanos Pastor, David (1978) y Álex (1981) en Los últimos días, una carcasa apocalíptica para un drama con aires a buddy movie. Pocas veces se ha visto una película así en el cine español. “Tuvimos nuestras complicaciones técnicas, pero en cambio a la gente le animó la sensación de que no se hacen películas como la nuestra aquí. El panorama del cine español ha cambiado mucho en los últimos 20 años, es más ecléctico, se ha abierto más, aunque seguimos sin soltarnos en la ciencia ficción”, comenta Álex, aunque David ahonda en problemas más mundanos: “Cada secuencia era un pollo monumental que resolvíamos con ingenio y con el saber hacer de los equipos”.
Efectivamente, el cine español se ha abierto mucho al terror, ha logrado fama mundial con otros géneros, pero la ciencia ficción... “Cada director tiene su género favorito y a nosotros nos interesa el fantástico en su sentido más amplio, aunque es cierto que los dos largometrajes que hemos hecho [debutaron en 2009 con Infectados] son apocalípticos”, asegura David. Directores como Alex de la Iglesia (Acción mutante), Fernando Colomo (El caballero del dragón), Óscar Aibar (Atolladero) o Miguel Bardem (La mujer más fea del mundo) han transitado por estos mundos. Otros han hecho su carrera y son referencias: Segundo de Chomón en los años veinte, Juan Piquer en los ochenta, o Nacho Vigalondo en este siglo XXI con una filmografía 100% de ese género gracias a Los cronocrímenes y Extraterrestre. Y pronto, Open windows. “A mí es que no me parece un género, sino que sirve como marco del drama, la comedia o el thriller. Por eso me siento tan cómodo en él”, dice Vigalondo. En su caso, asegura que su primera película era un thriller y la segunda, una comedia. “Y Open windows entra en la ciencia ficción si te parece que la serie Black mirror pertenece a ese esquema. En España se ha filmado poca porque es un género sumado a ciertos valores de producción. Hasta las películas americanas más cutres de los setenta querían aparentar más tamaño. Y en España encima arrastramos un cierto complejo de inferioridad”.
Vigalondo, cinéfilo, comenta que la nueva ciencia ficción tiene mucha relación con la crisis económica actual: se reducen los presupuestos —Los últimos días ha costado cinco millones de euros— “y eso la devuelve a sus orígenes”, la literatura de ciencia ficción. “En sus novelas, Philip K. Dick o Arthur C. Clarke hablaban de la naturaleza humana contra lo cósmico. Y lo cósmico empezó a triunfar en Hollywood cuando se le sumó la aventura en detrimento de la naturaleza humana. El mejor ejemplo es La guerra de las galaxias”.
Vigalondo no está solo. Ahí están títulos potentes como Tres días, de F. Javier Gutiérrez; Eva, de Kike Maíllo; Los días no vividos, de Alfonso Cortés-Cavanillas... Y por supuesto, Fin, de Jorge Torregrossa, o Abre los ojos, de Alejandro Amenábar, ambas producidas por Fernando Bovaira, quien cree que también hay escasez de público: “Sus espectadores son eminentemente masculinos. A las mujeres les interesa más bien poco. Y además suelen ser jóvenes, justo quienes ahora van menos a las salas. Eso reduce el mercado. En cambio, estos trabajos tienen estupendas ventas internacionales. El año pasado lo vimos en Fin, que solo llegó a 1.600.000 euros de recaudación en España, y se vendió a todo el mundo. Los filmes americanos de ciencia ficción, más allá de las películas evento, tampoco hacen taquillazos brutales. Fíjate en Prometheus, de Ridley Scott”.
No está muy de acuerdo Ángel Sala, director del festival de Cine Fantástico de Sitges, donde han podido verse los nuevos títulos de esa ciencia ficción descrita por Vigalondo, como Moon, de Duncan Jones. “Es un problema cultural de los países del Mediterráneo: se nos da mejor el terror y el gótico, por ejemplo, creo que por culpa de la herencia religiosa. Y por eso, salvo excepciones honrosas auspiciadas por el talento y no por el dinero, o se hace ciencia ficción imitando a Hollywood que queda cutre o se hace simplificando la historia. La gran asignatura pendiente de toda esta nueva hornada de cineastas jóvenes españoles, que han sabido darle un cambio al terror y que se han acercado con éxito a esa ciencia ficción por el terreno apocalíptico, es una space opera, una película que no se ha hecho hasta hoy que plantee un mundo futurista y/o espacial. Me parece su gran reto. Y para mí sí hay público, como demostró, por ejemplo, Origen, de Christopher Nolan. Nos falta un director que se mida a Nolan o a Spielberg, una vez que hemos demostrado que en el terror somos creadores de calidad”. Por eso hay tanta ilusión en el proyecto de J. A. Bayona en Hollywood, con un guion coescrito por Eric Roth, que el director de Lo imposible definía así: “A camino entre 2001, una odisea del espacio y La guerra de las galaxias”.
Los Pastor creen que ver destruir Barcelona en Los últimos días hará que el espectador se inquiete más. “Porque son calles por las que han pasado, que no conocen por las películas, tipo Nueva York, sino por las noticias o su día a día. Y los protagonistas no son estadounidenses de vacaciones en Europa. Son, somos nosotros”.
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