Ibiza rescata su lugar en la prehistoria del diseño
El MACE alberga una muestra sobre la rupturista cumbre internacional celebrada en la isla en 1971
A la dictadura de Franco se le escapó la dimensión global y rupturista cultural de la cumbre de internacional de diseño de 1971 en Ibiza. Una muestra documental llamada La utopía es posible se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo de Eivissa (MACE) para presentar aquel episodio más que simbólico del International Council of the Societies of Industrial Design (ICSID) que ayudó a renovar y expandir las ideas sobre las formas, los objetos y la vida en España.
Un artefacto volador, una ristra gigante de globos almohadas, quizás una idea para un edificio inclinado e imposible, surcó el espacio de la sede del congreso, en cala sant Miquel de Ibiza. La caravana voladora, una de las distintas y efímeras instalaciones que quedó como una de las imágenes de marca, forma parte de la identidad de modernidad de Ibiza.
El MACE recompone el aquel evento artístico e intelectual colectivo con el montaje que presentó en 2102 en el MACBA de Barcelona el nativo de la isla y su director, Bartomeu Marí, Agustinet. Marí supone que resultó finalmente una especie de festival multimedia que entrelazó las intervenciones de arte con los conciertos y las conferencias sobre arquitectura, urbanismo y filosofía. La grapadora era objeto de referencia. Fernando Amat, director de hoy de la simbólica Vinçon, aparece grapadora en mano atrapando fragmentos de PVC.
La escultura-cometa Inflable que obró Josep Ponsatí existe porque la retrató Amat y en especial Raimon Torres, arquitecto y profesor recientemente desparecido, que fue clave para la elección de la sede abierta del ICSID. Raimon Torres iba de la mano del gigante de la arquitectura, el republicano y exiliado Josep Lluís Sert, un pope de Harvard, amigo de Joan Miró, que recaló en los años treinta y está enterrado allí. En la expedición a la búsqueda de sede iba el entonces joven crítico Daniel Giralt-Miracle.
Peregrinaciones 'hippies'
Ibiza, que atrajo a fugitivos de Hitler como Walter Benjamin, Raoul Hausmann y los arquitectos del Gatepac (Sert y otros), era en los setenta un hito tradicional en la ruta de posadas y peregrinaciones hippies. Giralt-Miracle coordina con Teresa Grandas la exposición que el pasado viernes se estrenó en el vientre del MACE, al año de su reapertura con Miquel Barceló y Barry Flannagan, otros insulares.
"Aquella cosa rara que pasó" fue el congreso de diseño, según la concejal de Cultura de Ibiza, Lina Sansano. Uno de los cronistas de entonces, José María Martí Font, escribió que "la tribu de jóvenes peludos" siguió "el reclamo del tam-tam generacional" para protagonizar un acontecimiento germinal. El artefacto volador remitía a la sede efímera del evento, que estaba dentro de unas cúpulas hinchables creadas por José Miguel de Prada Poole denominadas Instant City. Era la Ciudad Instantánea, la ciudad inflable. Prada habló de la utopía posible a sus alumnos.
La Agrupación de Diseño Industrial del Fomento de las Artes Decorativas (ADI/FAD) implicó a sus colegas internacionales en una aventura en la que estuvieron diseñadores como Ives Zimmermann, André Ricard y América Sánchez; el filósofo Xavier Rubert de Ventós; el pintor Albert Ràfols-Casamada; el arquitecto Antoni de Moragas. Querían rediseñar el concepto de diseño.
Había hippies, artistas, profesionales en ciernes como los arquitectos Fernando Bendito y Carlos Ferrater, impulsores del Manifiesto de la Instant City. El MACE —un injerto de novedad en el arte en la dictadura— presentó, con motivo de la reunión de 1971, una exposición sobre arte cinético, programado y tecnológico. En la cala sant Miquel, Jaume Xifrà, Antoni Miralda y Dorothée Selz improvisaron un ceremonial colorista; Antoni Muntadas creó una escultura móvil de 150 metros de largo. Miralda, artista de iconos y manjares, se avanzó al colorear la comida.
Babelia
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