Las jerarquías del sacrificio
Adaptación de una novela de Yan Geling, es un melodrama de redención protagonizado por un cínico, y un trabajo de Zhang Yimou reformulado como cineasta del régimen
Planteada como la cara A de Ciudad de vida y muerte (2009) de Lu Chuan (Concha de Oro en San Sebastián), Las flores de la guerra coloca sentido del espectáculo, formalismo al servicio del golpe de efecto sensorial, aspavientos de producción y espíritu propagandístico donde la otra película colocaba mirada humanista y estilo cinematográfico. El tema es el mismo: la masacre de Nanking en 1937, uno de los grandes hechos traumáticos de la guerra chinojaponesa, que se saldó con cerca de 300.000 muertes y 20.000 violaciones —la violación como estrategia ofensiva, una infamia que sigue alcanzando a nuestro presente—. La melodía y el espíritu en las aproximaciones de Chuan y Yimou no pueden ser más distintas.
Adaptación de una novela de Yan Geling, Las flores de la guerra es, por un lado, un melodrama de redención protagonizado por un cínico al que le crecerá el alma. Por otro lado, es un nuevo trabajo de ese Yimou reformulado como cineasta del régimen, que, aquí, no sé si por fidelidad a un original literario que desconozco, invierte una buena ración de energía en ese objetivo del buen propagandista que consiste en negar al enemigo toda complejidad y todo matiz, convirtiéndolo en monstruo funcional al servicio de un discurso que no deja de tener sus propias aristas problemáticas. La idea del sacrificio planea sobre toda la trama, pero acaba jerarquizando la supervivencia de las virginales niñas de la parroquia por encima de la de las prostitutas que encuentran refugio en la iglesia… como si el valor de un cuerpo inocente fuera superior al de un cuerpo pecador, como si no se estuviese hablando de una atrocidad que, en términos humanos, fuese del mismo calibre.
LAS FLORES DE LA GUERRA
Dirección: Zhang Yimou.
Intérpretes: Christian Bale, Ni Ni, Zhang Xinyi, Huang Tianyuan, Han Xiting, Zhang Doudou.
Género: drama. China, 2011.
Duración: 146 minutos
Aunque resulte paradójico, algo de lo mejor de Yimou pervive en lo peor de la película: esas cuerdas de instrumento musical rompiéndose en el fragor de la huida, Bale encontrado refugio en los escombros… Notas esteticistas en una propuesta que parecía reclamar más compromiso con el fondo que con la forma.
Babelia
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