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OBITUARIO

Muere Jérôme Savary, un pulmón de la escena francesa

El actor, director teatral y cofundador de Le Grand Magic Circus tenía 70 años

Jérôme Savary, en una imagen de junio 2006.
Jérôme Savary, en una imagen de junio 2006.carmen secanella

Jérôme Savary, fundador de Le Grande Magic Circus, murió el lunes por la noche en el hospital Levallois-Perret de París a consecuencia de un cáncer. Nacido en Buenos Aires en 1942, hijo de un escritor francés y de una aristócrata estadounidense, Savary fue un creador de escena muy personal e imaginativo, innovador y ecléctico, cuyo talento ayudó a popularizar el teatro francés en todo el mundo y a traer al presente a clásicos como Shakespeare, Aristófanes y Moliére.

Savary dejó pronto Buenos Aires para vivir en París y enseguida en Nueva York, donde pasó unos meses alternando con los padres de la generación beat, Jack Kerouac y Allen Ginsberg, y se enamoró del jazz de Thelonius Monk y Count Basie. De vuelta a Francia en 1965, comenzó su andadura en la escena europea de la mano del argentino Víctor García, que le contrató para el Ubu Rey de Jarry. Poco después, dirigiría el texto Le Labyrinthe, de Arrabal, y la delirante Oratorio macabre du radeau de la Méduse, en el Studio de los Campos Elíseos.

En 1970, Savary funda con el dramaturgo español, el chileno Alejandro Jodorowsky y el francés Roland Topor Le Grand Panic Circus, que daría origen a Le Grand Magic Circus, compañía mítica con la que hizo espectáculos como Zartan o Superdupont. El Grand Magic se convirtió, junto al Théâtre du Soleil creado por Ariane Mnouchkine en 1964, en una troupe multifacética que encarnaba la imaginación y la vitalidad del teatro francés de la posguerra. Con sus "animales tristes", Savary daría la vuelta al mundo mezclando teatro, música, circo y cabaret.

Seguidor de primera hora de François Miterrand, Savary no desdeñó el teatro institucional, y dirigió a lo largo de los años el Centro Dramático de Montpellier (de 1980 a 1986, con gran éxito aunque malos resultados económicos); el teatro Chaillot de París (1988-2000) y la Ópera Cómica (2000-2005), convirtiéndose en uno de los creadores y programadores más populares de Francia. Autor de comedias musicales como La historia del cerdo que quería adelgazar, llevó a las tablas versiones de La flauta mágica (1985) y de La vida alegre (1983), pero fue especialmente memorable su versión de Cabaret con una Ute Lemper a la que descubrió durante sus giras por Alemania. Apasionado de Offenbach, Shakespeare, Mozart, Hemingway y Julio Verne, de este montó Viaje al mundo en 80 días.

En 2012 presentó en París un último espectáculo musical, La fille à marins

Caballero de la Legión de Honor de Francia y Caballero de las Artes y las Letras, Savary dirigió más de 80 espectáculos teatrales para adultos y niños; hizo producciones televisivas, novelas y películas. Hombre familiar y cómico viajero a la vieja usanza, tuvo un hijo y tres hijas de tres madres diferentes. En los últimos años formó su propia compañía de amigos y familiares, con Nina, cantante; Manon, director escénico, y Robinson, cineasta y fotógrafo.

En 2012 presentó en París un último espectáculo musical, La fille à marins, protagonizado por Nina. Y en la pasada Navidad, subió a escena por última vez en Rueil-Malmaison, con Tartarin de Tarascon. Sin aliento y sobre las tablas, fue el canto del cisne de este gran teatrero al que muchos llamaron "el gran melancómico".

Su última visita a España fue en 2010, cuando dirigió una versión de Lisístrata, de Aristófanes, en el Festival de Teatro Clásico de Mérida, protagonizada por Paco León. Con motivo de aquel espectáculo, Savary declaró en una entrevista a este periódico que algunos de sus espectáculos podían ser malos, "pero nunca aburridos". "Prefiero un espectáculo malo divertido, que uno bueno aburrido". Savary decía que su trabajo era "divertir, como lo fue el de Shakespeare o Molière". "Nuestra obligación es agarrar al público, sacarlo de la miseria en la que viven y ponerlo en otro mundo".

Como suele, el Elíseo emitió ayer una respetuosa nota de pésame en la que François Hollande recuerda que Savary fue "un ser apasionado, siempre deseoso de partir a la conquista del público", y un artista dotado de "un gran sentido del espectáculo y la fiesta".

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