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Entrevista:JÉRÔME SAVARY | Director teatral | teatro

"Mejor una obra mala divertida que una buena aburrida"

Jérôme Savary fue un torrente de ideas, imaginación, divertimento y teatro, mucho teatro, cuando aterrizó en la escena europea de los años sesenta del pasado siglo con Le Gran Magic Circus (et se Animaux Tristes), que con los años se ha convertido en La boite à rêves. Y ha vuelto a ser el que era en su primer desembarco en el Festival de Mérida, dirigiendo Lisístrata, de Aristófanes, en el Teatro Romano, uno de los espacios que más le han impactado en su paseo mundial de años con más de 150 espectáculos propios .

No han pasado ni 10 minutos del final de su estreno y aparece feliz canturreando un tango: "Qué ganas de llorar en esta tarde gris / en su repiquetear la lluvia habla de ti...". Pero de llorar nada: "Cuando se ve a 3.000 espectadores riéndose como se han reído, no solo en los chistes, también en los momentos fuertes, incluso los políticos, cómo no voy a estar contento. Otra cosa es lo que diga la prensa, que respeto, que es amiga, que me ensucia encima regularmente, con la que tomo tragos, a la que amo".

"Trabajemos para toda la gente, no hagamos categorías de público"
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Savary, francés nacido en Argentina en 1942, (padre francés, madre americana), continúa con su humor escatológico: "He hecho algunas porquerías, pero digo ante el cielo que algunos de mis espectáculos fueron malos, pero nunca aburridos. Prefiero un espectáculo malo divertido, que uno bueno aburrido; este es bueno y divertido". Y abunda en una idea que tiene: "Hay que dejar de hacer espectáculos para ciertas categorías de público: de viejos, de jóvenes, de intelectuales, de izquierda, de derechas; hay que hacerlos populares si queremos que el teatro siga viviendo, hay que divertir a toda la gente".

Lo hace con este disparatado divertimento, una apología de la libertad sexual en la que vuelve a relucir el Savary gamberro que fascina en Europa: "Lo único que sé hacer son savarys, no hago bob wilsons, ni mnouchkines, aunque estén más de moda, pero es lo que hago hace 45 años, mi trabajo es divertir, como lo fue el de Shakespeare o Molière. Nuestra obligación es agarrar al público, sacarlo de la miseria en la que viven y ponerlo en otro mundo. He revivido este teatro antiguo sin cambiarlo y he conseguido contar una historia lógica y actual, porque hoy las guerras son peor que hace dos mil años, aunque la Grecia de Aristófanes era más tolerante con la sexualidad. No existía el concepto de homosexualidad, no había divagaciones, era natural... A unos les gusta el vino blanco, a otros el tinto y a otros los dos, como a mí, aunque tengo el defecto de ser un terrible y horrendo heterosexual, un macho argentino y ¡cómo me gustan las mujeres!".

Jérôme Savary, ayer en Mérida.
Jérôme Savary, ayer en Mérida.CEFERINO LÓPEZ

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