Corrupción en el Ayuntamiento
'La trama', absurdo, equívoco título español del mucho más original 'Broken city' es una película de poderoso reparto y temática de interés, que se diluye en su final
Cargos municipales con cuentas ocultas. Relaciones de amistad con promotores inmobiliarios. Oscuras recalificaciones de terrenos. Connivencia con agentes corruptos de los cuerpos de seguridad. Promesas vanas en época de elecciones. Políticos honestos, empequeñecidos por la putrefacta maquinaria del poder. Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. No, no hablamos de España. Estamos en Nueva York, en una ficción que durante buena parte de su metraje podría ser realidad. Es La trama (nada que ver ni con la de Hitchcock ni con la de Mamet), absurdo, equívoco título español del mucho más original Broken city. Una película de poderoso reparto y temática de interés, que se diluye en su final.
LA TRAMA
Dirección: Allen Hughes.
Intérpretes: Mark Wahlberg, Russell Crowe, Catherine Zeta-Jones, Jeffrey Wright, Barry Pepper.
Género: thriller político. EE UU, 2013.
Duración: 109 minutos.
Cuando se tiene a gente como Russell Crowe, Mark Wahlberg o Jeffrey Wright, y se está visualizando un guion en principio trascendente y crítico, lo mejor que puede hacer un director es clavar su mirada en la autoridad interpretativa y dejar que el relato fluya con naturalidad. Pero Allen Hughes, esta vez sin su hermano Albert al lado, como en Desde el infierno y el resto de su filmografía, da una de cal y otra de arena. Por un lado, filma con una fotografía de tonos ocres, tan oscura como los sentimientos de los personajes, que encaja bien con el tono de la historia, retratando así un Nueva York desangelado. Pero por otro demuestra que no hay nada más peligroso que un director inepto con una steadycam en la mano rodando una conversación interesante; vuelta tras vuelta, el espectador solo piensa en que un ser querido le regale un trípode para su cumpleaños.
Además, conforme avanza la película, el guion no acaba de sostenerse, sobre todo en las relaciones entre personajes, hasta llegar a un desenlace que no se ajusta con los tiempos que corren ni con su desesperanza. Tanto que incluso un actor con el carisma, la experiencia y el poderío gestual y vocal de Crowe parece perdido en la última secuencia, obligado a verbalizar un diálogo que roza lo sonrojante.
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