Un intelectual en Hollywood

A Michael Haneke le parece que su cine no encaja con el contrato implícito que las películas de Hollywood mantienen con el espectador. Con el agradable ritual del final feliz. Y ciertamente, poco tienen que ver. Pero sorprendentemente, la Academia del Cine de Estados Unidos ha quedado fascinada por su último trabajo y ha nominado a Amor a cinco categorías de los premios Oscar: película, guión original, película en habla no inglesa y actriz para Emmanuelle Riva. Un acontecimiento que sigue la senda de escasas películas extranjeras, como La vida es bella, de Roberto Benigni y que le disputa el primer plano a películas como Lincoln, La noche más oscura, Los miserables o Django desencadenado. Y todo apunta a que recogerá más de uno.

Recibió la noticia mientras ensayaba en el Teatro Real. Ese día, como ahora, se quedó de piedra. “Estoy realmente sorprendido. Pensé que me nominarían, quizá, por película extranjera o por la actriz, que es extraordinaria. Estoy muy triste de que el actor no haya sido nominado (Jean-Louis Trintignant). Pero nunca pensé que serían tantas. Es formidable. Pero no voy esperando nada”. Por ello, el día del estreno de Così fan tutte se ahorrará los nervios habituales, dice, de estar en la sala para viajar a Los Ángeles.

—¿Por qué cree que Amor, a priori una película tan alejada de la sensibilidad de la Academia, ha acaparado tantas nominaciones?

Está un poco molesto con las críticas, que siempre apostillan eso de “es muy dura”

—Primero porque la película está bien hecha. Pero es que los actores están tan bien que es algo fuera de lo normal. Además, trata un tema que afecta a todo el mundo y que no se ha rodado muy a menudo, precisamente, porque la gente ya lo tiene en casa. A mi edad el asunto me concierte personalmente, pero de diferente manera, también a todas las generaciones. Es un tema que no se había tocado de forma seria en el cine.

Sabe que ha hecho una película formidable. Pero está un poco molesto con las críticas, que siempre apostillan eso de “es muy dura” o “quizá no soporten verla”. “Mucha gente me ha dicho que tenía miedo de verla pero que finalmente les ha consolado. Las críticas han sido muy buenas, pero todos dicen ‘es muy dura’. A mí no me lo parece en absoluto. Muestro cosas que no son agradables, pero están contadas con una gran compasión. Y eso, creo que se transmite. No hay que tener miedo ante esta película. Estoy un poco frustrado con ese comentario. Hay mucha gente que no la ha visto por eso y es una pena”.

Tampoco oculta que le encantaría llevarse algún premio el día 24. “¡Claro! Cualquiera que haga una película quiere que le recompensen. Y es el único galardón que no me han dado [ha ganado dos veces la Palma de Oro en Cannes, por La cinta blanca y Amor, y este fin de semana se ha llevado un Bafta]. Además, así mejorarán las condiciones para el siguiente trabajo que haga", dice pensando ya en volver a rodar. Porque entre tanto trasiego, no olvida cuál es su “verdadera profesión” y ya trabaja sobre algunas ideas para una nueva película. “Idea es mucho decir. Tengo varias. ¿Cómo llegan? Pues es algo inexplicable, como una melodía para una canción. Ya lo verá”.