Veteranas a contracorriente
'Silver Action' exhibe en la Tate Modern el legado de las activistas británicas de la lucha social Es un proyecto artístico de la creadora canadiense Suzanne Lacy
Un nutridísimo grupo de mujeres que exudan veteranía -las más jóvenes son ya sexagenarias- departen animadamente en mesas de a cuatro y aparentemente abstraídas de todo lo que les rodea. A pesar de que tienen público, y numeroso. Porque el encuentro no se produce en una cafetería o en un club social reservado a la tercera edad sino en el subsuelo del museo de arte contemporáneo más visitado del mundo, la Tate Modern londinense. Reunidas en una performance en vivo y sin guion previo, sus protagonistas son portadoras de la historia oral de varias décadas de lucha para transformar la sociedad británica, para hacerla más justa e igualitaria.
Silver Action es el título del proyecto ideado por la artista californiana Suzanne Lacy (1945), donde en una sola pero intensa sesión se ha exhibido el legado de esas mujeres, todas ellas activistas contracorriente de su tiempo, que se movilizaron entre los años cincuenta y los ochenta del pasado siglo operando cambios profundos en el paisaje social y político. Nada menos que cuatrocientas participantes se congregaron el pasado domingo en el nuevo espacio que la Tate ha dedicado de forma exclusiva y permanente a las instalaciones audiovisuales, actuaciones en directo y las propuestas más vanguardistas (bautizado como los Tanques).
Allí intercambiaron experiencias sobre sus años de acción, ya fuera en el campamento pacifista levantado en 1981 por un grupo de mujeres junto a la base militar americana de Greenham, en contra del despliegue de misiles Cruise; en la huelga de las operarias de una planta de la Ford (1969) que acabó forzando la primera legislación en el Reino Unido en pro de una paga igualitaria de hombres y mujeres (1970) o en las manifestaciones para reclamar la legalización del aborto o la abolición de la pena capital…. Rememoraron el pasado pero también debatieron sobre un presente en el que la naturaleza de las protestas ha cambiado en virtud de la era tecnológica: quizá son más inmediatas, pero también más superficiales.
Lejos de un debate público al uso, la propuesta de Lacy convierte al visitante en un objeto pasivo, puesto que tiene vetado dirigirse a las interpretes de la performance, aunque sí puede acercarse a las mesas para pillar un retazo de sus conversaciones o bien leer las transcripciones de las mismas que se proyectan simultáneamente en las paredes del espacio, a modo de tuits. Es en las redes sociales, en Twitter o en los numerosos blogs que siguieron el evento, donde se produce la verdadera interacción, los comentarios y reacciones del público ante un grupo de mujeres extraordinarias que contribuyeron a cambiar la sociedad que les tocó vivir. La veteranía, en su caso, sí es un grado. Y ganado a pulso.
Babelia
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