Ralph Fiennes: a caballo entre Roma, Shakespeare y el siglo XXI
El actor protagoniza y dirige 'Coriolano', basada en la obra del dramaturgo inglés La película se estrena en cines, plataformas de televisión e Internet simultáneamente
Las salas de cine cuentan desde hoy con una mezcla exótica que combina el imperio romano, el inglés del siglo XVII y la crisis políticoeconómica actual de la mano de Coriolano. El largometraje, basado en el clásico con el mismo título del dramaturgo inglés William Shakespeare, narra el regreso triunfante del general romano Cayo Marcio Coriolano a su patria tras una victoria contra Tullus Aufidius en Corioli, ciudad de los enemigos volscos. El fuerte carácter del militar le deparará, no obstante, serios problemas.
"Decidí hacer esta película porque ya hice la obra en teatro en 2000 y me atrapó. Las protestas, la degradante clase política, las guerras y la profunda crisis de liderazgo en el mundo son el mismo contexto que el de Coriolano", explica en una entrevista el actor y director Ralph Fiennes (Suffolk, Inglaterra, 1962). La historia de Coriolano es, en resumidas cuentas, la tragedia de un héroe imperfecto con luces y sombras. "Shakespeare nos provoca con la idea de héroe. ¿Tienen que ser buenos? Tal vez aquellos que nos definen como naciones son asesinos y monstruos", reflexiona el inglés.
El largometraje, que se presenta en cines en versión original con subtítulos y doblada en televisión e Internet, es una obra polémica que la extrema derecha política trató de utilizar, aunque fue prohibida en la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial. "Bertolt Brecht escribió su propia versión, recordando del peligro de figuras como Cayo Marcio y afirmando que no se deberia permitir que existan". La película plantea, no solo la cuestión del liderazgo carismático, sino el de un momento social convulso. "Los conflictos estaban y están a la orden del día: Grecia, Europa, Argentina y hasta Moscú. Las incertidumbres nos rodean y llevan a la gente a votar a líderes fuertes, como Putin, que es una figura autoritaria", critica el director. Estos problemas contemporáneos son, en su mayoría, ya conocidos, pero que resurgen con alguna novedad. "Las protestas en las calles de Roma contra lo que sus representantes políticos hacían no ha cambiado en absoluto. Lo que sí es que, por ejemplo, mientras que antes los políticos hablaban en mercados, ahora sus mensajes se retransmiten por televisión, ordenadores o anuncios".
La primera película dirigida por Fiennes supone un choque importante en el que se reta al espectador a escuchar un inglés antiguo del siglo XXI -equivalente al castellano de Miguel de Cervantes-, frente a escenarios y las armas más modernas. "El lenguaje en Shakespeare siempre me ha fascinado. Trabajé con John Logan [guionista] para destilarlo y adaptarlo pero no veía otra manera de hacerlo. Supongo que es mejor verla en ingles", añade sin estar convencido. Junto al audio, otra de las claves de la película, subraya Fiennes, reside en la escenografía. Para lograr la ambientación deseada, el director viajó a Europa del este, donde descubrió los paisajes de Belgrado (Serbia).
Allí, el director se entrenó con la Unidad Especial Antiterrorista (que responde a las iniciales SAJ en serbio) para aprender a manejar ametralladoras, cargadores, moverse en el campo de batalla, dar cobertura, etcétera. "Las armas, tanques y personas que me rodean en las escenas de guerra son de la SAJ. Fue muy emocionante y nos ayudó a hacerlo más real", aclara Fiennes.
Como actor, el papel de Cayo Marcio es el de un militar estricto, dominado por la ira que puede describirse como un "psicópata, que solo es él mismo cuando está en el fragor de la batalla", opina el de Suffolk. Para su interpretación, confiesa, le acompañó una fotografía del general de los Estados Unidos, ya retirado, Stanley A. McChrystal -destituido del Ejército por criticar a la clase política, como Cayo Marcio-. "Me gustaba su cara, su expresión, había algo que me recordaba a Coriolano", reconoce. Meterse en la piel del militar no fue, sin embargo, tan complicada y retadora como una comedia. "Hacer humor y chistes constantemente hubiese sido más difícil. Yo entiendo a Cayo y sentía una conexión con los repentinos discursos explosivos llenos de ira", comenta entre risa.
El primer largometraje de Fiennes como director busca trasladar trasladar al espectador de la butaca a la escena, haciéndole sentir como un personaje más. "Ví mil veces la película Bloody Sunday de Paul Greengrass y quería transmitir esa urgencia e inmediatez. Por eso grabamos cámara en mano para no perdernos un solo detalle dentro de la acción", explica el admirador también de Andréi Tarkovski. "Creo que uno no debe preocuparse por qué estilo tiene, sino de la historia que cuenta. Hay que estar abierto a colaborar con el equipo. Para mí, ahora mismo Michael Hanecke es el director más profundo y cuidadoso", revela el inglés.
Ralph Fiennes, quien encarna al estricto Cayo Marcio, cuenta con un destacado elenco de actores. Junto al inglés, el escocés Gerard Butler (Paisley, 1969), conocido por películas como 300 o RocknRolla, se mete en la piel de su archienemigo Tullus Aufidius. Entre los demás actores destacan, también, la estadounidense nominada a Mejor actriz para los Oscar Jessica Chastain (California, 1977), que encarna a Virgilia, su mujer; Vanessa Redgrave (Londres, 1937), como su madre; Brian Cox (Escocia, 1946), en el papel del mentor político de Cayo, Menenius; o James Nesbitt (Irlanda del Norte, 1965), como Sicinius, el político manipulador.
Con varios proyectos sobre la mesa, Fiennes anuncia que su sitio no está en televisión. "Mi cabeza no aguanta unos episodios tan largos. Me gusta sentarme y ver algo que, después de dos o tres horas, haya terminado. No me siento a gusto con una forma episódica de contar una historia".
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