El cine dibujado de Scorsese
Una antológica en Berlín sobre la obra del gran director descubre su colección privada y sus ilustraciones para las secuencias más complejas de sus películas
Siempre se supo que es un perfeccionista obsesivo, pero poca gente había visto hasta ahora sus dibujos, las ilustraciones con las que prepara las secuencias más complejas de sus películas. Hoy se inaugura en Berlín, en el Museo del Cine y la Televisión, una antológica sobre el cineasta Martin Scorsese, para la que el maestro neoyorquino que ha prestado cientos de objetos de su colección privada a los organizadores, por lo que la muestra tiene la magia de contaminar al público con el mundo mágico del cine de Scorsese, pero también ofrece la primicia de revelar una vena artística casi desconocida del director, que en noviembre del año pasado cumplió 70 años. Martin Scorsese, en su perfeccionismo, dibuja a lápiz esas secuencias difíciles antes de poner al actor frente a la cámara.
Por ejemplo, los dramáticos momentos de boxeo de Robert de Niro en Toro salvaje. Scorsese dibujó con lujo de detalles todos los movimientos que, más tarde, de Niro escenificó en el cuadrilátero, incluido una ilustración que muestra cómo un golpe le hace sangrar por la boca.
No es la única faceta desconocida que descubre la exposición Martin Scorsese, que estará abierta al público hasta el 12 de mayo en los salones del museo ubicado en la Postdamer Platz. La muestra también exhibe la licencia de conductor de taxis que obtuvo De Niro cuando se preparaba para interpretar a Travis Bickle en Taxi driver. El actor, otro perfeccionista genial, condujo durante semanas un taxi en la gran ciudad, para sentir y respirar el mundo del gremio y, de esta forma, darle más credibilidad a su personaje.
A lo largo de su exitosa carrera, Martin Scorsese ha tenido tres actores emblemáticos: Hervey Keitel, Robert de Niro y, ahora, Leonardo DiCaprio. Como es lógico, De Niro, que ha rodado 10 películas con Scorsese, ocupa varias paredes del museo y gracias a esta prolífica muestra el público puede saber que los tatuajes que luce el actor en El cabo del miedo, donde interpreta a un sanguinario exreo, fueron pintados en su cuerpo con una maquina diseñada por un expresidiario.
La exposición también muestra su camiseta ensangrentada en ese filme, los guantes de boxeo y el pantaloncillo que usó en Toro salvaje, el glamuroso vestido que lucía Cate Blanchett en El aviador, en la que encarnó a Katherine Hepburn, y la ropa de Leonardo DiCaprio en Gangs of Nueva York.
Una carrera exitosa en obras maestras, que no en oscars: nueve veces candidato a la estatuilla de Hollywood, solo la ha obtenido por la dirección de Infiltrados. El resto del mundo se ha rendido a sus pies: por ejemplo ha logrado cuatro premios en Venecia, incluido el León de Honor, y la Palma de Oro en Cannes con Taxi driver. En el certamen francés también premiaron su dirección en ¡Jo, qué noche!
“Algunos de los objetos que ustedes podrán ver, fueron sacados, literalmente, de las paredes de mi casa y de mi oficina”, asegura el director en un videomensaje grabado en Nueva York, donde trabaja actualmente en el montaje de su última película, The wolf of Wall Street, protagonizada por Leonardo DiCaprio, un trabajo que le impidió asistir a la inauguración de la muestra.
La exposición, que está dividida en tres capítulos, comienza con un tema que marcó para siempre la vida del director y que suele ser recurrente en sus películas: la familia. En este capítulo, aparte de decenas de fotos que muestran aspectos de la vida diaria de la niñez y la juventud del cineasta neoyorquino, el público descubre que los padres del director participaron en varias de sus películas en personajes secundarios.
Según los comisarios de la exposición, la familia siempre ha sido para Scorsese un refugio seguro, pero el término también sirve para calificar al crimen organizado en el barrio italiano más famoso de Nueva York, Little Italy, que ha sido utilizado por el director como escenario de varias de sus películas, entre ellas, Uno de los nuestros (Goodfellas). Para mostrar la influencia que ha tenido la ciudad y el barrio en la obra del director, los organizadores de la muestra han ideado un mapa de la ciudad, en el que pequeños cubículos de cartón señalan los puntos donde Scorsese ha rodado sus filmes. Los cubículos están unidos a sendas pantallas de televisión que muestran las secuencias de las películas.
La exposición, que puede deleitar a los cinéfilos y enloquecer a los admiradores de Scorsese, culmina con un minisala de cine provista con cuatro pantallas de gran formato y cuyo acceso está prohibido a los menores de 16 años. Las pantallas exhiben momentos de las secuencias más violentas filmadas por el director, en su mayoría cabezas humanas perforadas por balas de grueso calibre.
Como dice Martin Scorsese, y así lo citan los comisarios de la exposición: “Yo soy las películas que hago”.
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