_
_
_
_
OBITUARIO

Fontella Bass, gloriosa voz negra

La creadora de 'Rescue me' comenzó y terminó cantando música religiosa

Diego A. Manrique

Fontella Bass murió el miércoles 26 de diciembre en su St. Louis natal; tenía 73 años y había sufrido un ataque al corazón a principios de mes. Cantante de poderosa garganta, rica en recursos expresivos, Fontella está identificada por “Rescue me”, arrollador tema de soul que ella ayudó a componer. Éxito global a mediados de los sesenta, se trata de una de esas piezas que han terminado retratando aquella década, por su impetuosa línea de bajo y su urgente mensaje. Por lo tanto, para muchos, ella podría encarnar el prototipo del one hit wonder, el artista de un solo éxito. En realidad, Fontella disfrutó de una vida musicalmente rica, que partió del gospel y llegó hasta el jazz de vanguardia. Casada con el trompetista Lester Bowie, participaría en discos del Art Ensemble of Chicago como la banda sonora de Les estances a Shophie.

Sin embargo, Fontella representa mejor el arquetipo de la cantante de soul: familia musical, ya que su madre había actuado con Clara Ward; formación en la iglesia, donde aprendió piano y órgano; el salto a la música profana, como opción profesional con muchos reparos morales; el maltrato en una industria que se aprovechaba de la abundancia de talento.En St. Louis, ella trabajó como instrumentista y vocalista dentro de la banda de Oliver Sain, que acompañaba a Little Milton. También conectó con Ike Turner, uno de los más astutos (y peligrosos) cazatalentos del momento. Finalmente, fichó para Chess, el luminoso sello de Chicago. 

El sello Chess está mitificado por sus grabaciones de blues y rock and roll pero se tiende a olvidar que también vivió una tercera edad de oro con el soul a mediados de los sesenta, gracias a Billy Stewart, The Dells, Sugar Pie de Santo, Gene Chandler, Etta James o el mismo Little Milton. Fontella triunfó haciendo duetos como “Don't mess a good thing”, con Bobby McClure; como solista, su “Rescue me” fue uno de los discos más vendidos en la historia de la compañía.

Desdichadamente, como era demasiado habitual, apenas fue recompensada. Tuvo luego un éxito menor con “Recovery” pero se sintió estafada. Abandonó Chess y se instaló en París, que a finales de los sesenta acogió con los brazos abiertos a su marido y a otros exiliados del rebelde free jazz. De vuelta en Estados Unidos, a veces con la ayuda de Lester, hizo discos excelentes que demostraban su talento compositivo; editados por pequeñas compañías, como Paula, pasaron desapercibidos.

Regresó al gospel, una música que suele perdonar a sus fugitivos. Era madre de cuatro hijos y eso también requería su dedicación. Ocurrió que sus joyas siguieron sonando en circuitos especializados, en el northern soul británico y en su equivalente estadounidense de la beach music; aunqueno recibía royalties, su nombre se decía entre susurros. 

Para su asombro, dos décadas después de su impacto, Rescue me volvió a ambientar anuncios y bandas sonoras. Fontella pleiteó para que se reconociera que era coautora de la pieza. Su nueva fama permitió que sacara No way tired (1995) en el sello Nonesuch, con distribución internacional.

También giró por Europa, con el proyecto From the Root to the Source y, más tarde, con su hermano David Peaston y el grupo Voices from St. Louis. Sabía exactamente lo que se esperaba de ella pero -como se pudo ver en su concierto en Galapagar, en diciembre de 2000- insistió en interpretar su cancionero religioso antes de deleitar a los espectadores con vibrantes recreaciones de “Rescue me” y demás maravillas de la era Chess.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_