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Hopper, la mejor exposición del año para los lectores

La retrospectiva del artista en el museo Thyssen de Madrid ha sido la favorita de los lectores de EL PAÍS

‘Habitación en Nueva York’ (1932), de Hopper.
‘Habitación en Nueva York’ (1932), de Hopper.

Entendía que el arte es el esfuerzo de uno por comunicar a los otros su propia reacción emocional ante la vida y el mundo. Enemigo de la impostura y el artificio, Edward Hopper (Nyack, 1882-Nueva York, 19667) es el gran retratista de la vida moderna norteamericana. Admirado en todo el mundo, su obra no se había podido contemplar de manera detallada en España hasta la exposición que este año le dedicó la Fundación Thyssen, en Madrid, ahora expuesta en el Grand Palais, en París, hasta mediados de enero. La devoción por el artista estadounidense hizo que el museo alcanzara un récord histórico de visitante: 322.437 entradas, un privilegio que hasta entonces lo ostentaba Antonio López, con 317.977 entradas. La exposición dedicada a El joven Rafael, en el vecino museo del Prado, se quedó en 306.000.

Hopper, consiguió reunir nada menos que 40 óleos del centenar que llegó a firmar a lo largo de su vida. Una notable selección de grabados y acuarelas completaban la muestra coproducida con los Museos Nacionales de Francia

Comisariada por Tomás Llorens y Didier Ottinger, director adjunto del Pompidou, la retrospectiva dedicada a Edward Hopper, titulada sencillamente Hopper, consiguió reunir nada menos que 40 óleos del centenar que llegó a firmar a lo largo de su vida. Una notable selección de grabados y acuarelas completaban la muestra coproducida con los Museos Nacionales de Francia. En tres años de preparación, se consiguieron préstamos de obras prodecentes de museos y coleccionistas privados de todo el mundo. No pudieron traer Nighthawks (1942), una de sus obras más populares, pero su ausencia no fue determinante a la vista de la masiva acogida por parte del público amante del arte.

Organizada en orden cronológico, la exposición Hopper recorría todos los grandes temas del artista. Contador insuperable de los estados de ánimo a partir del paisaje y la arquitectura, muchos de esos temas han inspirado e incluso han sido escenario de películas como El final de la violencia, de Win Wenders o, sobre todo, Psicosis, de Alfred Hitchcock.

Esos temas protagonistas de sus lienzos (la melancolía, la soledad, el miedo ante lo desconocido) están ligados a la esencia del ser estadounidense y para ello escoge escenarios que hasta entonces son desconocidos para los pintores europeos.

Esos temas protagonistas de sus lienzos (la melancolía, la soledad, el miedo ante lo desconocido) están ligados a la esencia del ser estadounidense y para ello escoge escenarios que hasta entonces son desconocidos para los pintores europeos. Hopper coloca a sus protagonistas en medio de viviendas y mobiliarios horrendos. “Nuestra arquitectura autóctona”, escribe “con su espantosa belleza, sus absurdos tejados pseudo góticos de mansarda francesa, coloniales o lo que sea, pintadas o bien con colores que hacen daño a la vista o bien con delicadas armonías de pintura descolorida, las casas pegadas una a la otra a lo largo de calles interminables que desaparecen en el punto de fuga de pantanos o montones de basura”. Con la misma desnudez recrea los semáforos de los cruces de las calles, los tendidos eléctricos, los trenes, los cadillacs; escenarios en los que los personajes respiran y ven pasar las horas muertas en medio de un calor sofocante o del helador frío del otoño. El Loop del puente de Manhattan (1928), Dos en el patio de butacas (1927), Sol de mañana (1952), Hotel junto al ferrocarril (1952), Gente al sol (1960), Oficina en Nueva York (1962), Habitación de hotel (1931), propiedad de Carmen Thyssen, o Dos cómicos (1966), su última pintura, son algunos de los hitos que han convertido esta exposición en la favorita de la temporada.

Babelia

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