Un festival que cabe en su ordenador

No verá los canales de Venecia. Ni tampoco La Croisette de Cannes. Sino la bastante más triste pantalla de su ordenador. Es lo que tiene un festival de cine europeo online. Sin embargo, con poco más de los 10 euros que llega a costar una coca-cola en los alrededores del certamen francés, o una entrada en las salas gracias al ivazo, podrá disfrutar de todas las 14 películas de Streams, el festival que se celebra en la Red del 1 al 31 de diciembre.

Siete países europeos contribuyen (cada uno con dos películas) a este evento que busca “mostrar filmes que aún no se hayan visto en España y dar prestigio a la ventana de Internet”, en palabras de Jaume Ripoll, director editorial de Filmin, el portal español de cine online que participa en el certamen. Porque una de las claves de Streams es que las 14 películas solo se han estrenado en las salas de su país de origen.

En España, y en concreto en Mallorca, se ha rodado El perfecto desconocido. El largometraje de Toni Bestard es uno de los dos representantes españoles del evento y narra la historia de un viajero que acaba ocupando un comercio abandonado en un pueblo mallorquín. Contar de qué va el otro filme castellano de Streams, en cambio, es bastante más complejo. Tal vez sea mejor citar directamente la página web de Filmin: “Todo lo que se diga sobre Diamond Flash, la inclasificable ópera prima de Carlos Vermut, es spoiler”.

Algo más se puede decir sobre Fils Unique (Hijo único) y En nuestras manos, los dos filmes, belga y francés respectivamente, que Ripoll destaca entre los de la lista. El primero relata el dramático reencuentro de un taxista divorciado con su padre y el segundo es un documental sobre la hoy tan familiar quiebra de una empresa.

Ambos pueden verse (durante 72 horas a partir de la compra) por 1.95 euros cada uno. Lo mismo vale para las demás películas del festival, mientras que el acceso a todo el evento (sin límites de tiempo) vale 14.95 euros. Y para los que estén ya suscritos a Filmin el certamen es gratuito. Así que solo les queda encender el ordenador y bajar al supermercado a por un refresco. Buenas noticias: no vale como en Cannes.