Nada puede parar el sexo
'Hasta la vista' narra el viaje de tres jóvenes discapacitados a un burdel para perder la virginidad
Dos semanas, cinco islas. El plan no podía fallar. Y si lo decía la tele, menos aún. El joven belga Geoffrey Enthoven había visto en un programa que en los archipiélagos griegos cualquiera encontraba novia y placeres en la cama. Y como él tenía 18 años y aún era virgen pensó que su momento había llegado. Pero no hubo manera. La realidad no era como la pantalla. Y tuvo que conformarse con un beso en la prorroga, la última noche.
Respecto a su director, los protagonistas de Hasta la vista, la última película del hoy cineasta Enthoven, cuentan con una ventaja para perder su virginidad: en el burdel español al que están dirigidos, por definición, el no no es una respuesta. Pero también arrastran un obstáculo bastante problemático: sus graves discapacidades.
“Es la historia de cómo tres amigos se lanzan a un viaje hacia su objetivo y como nada ni nadie puede pararlos”, asegura Enthoven del filme, que se estrena hoy en España. La parálisis casi completa de uno de los chicos, la ceguera del segundo y el cáncer en fase terminal del tercero no son argumentos suficientes para detenerles: el burdel El Cielo ofrece sexo para discapacitados y hay que llegar como sea.
Comedia triste, o tal vez tragedia divertida, Hasta la vista lanza un mensaje positivo que su gestación, al menos en parte, contradijo. Porque el rodaje arrancó con personas discapacitadas. Y terminó con actores perfectamente sanos en su lugar. “Lo intentamos de verdad. Pero es una película: tenía que ser graciosa y llena de aventuras. Necesitábamos a gente que pudiera hacer algo más. Se trataba de encontrar la combinación perfecta entre los tres personajes”, relata Enthoven.
De ahí que hasta el único superviviente de la criba, un joven paralizado que pasó el primer casting, fue derrotado por la realidad. La misma de la que tira, en dosis masivas, Enthoven, para explicar sus criterios: “Había que ser objetivos. Se podría haber rodado con personas discapacitadas. Pero habría sido más caro. Solo teníamos 2,2 millones y había que reducir los costes como fuera. Además, ya existía un documental para ello”.
La obra a la que hace referencia Enthoven es One night only, producido por la BBC y que narra la misma historia de Hasta la vista. “Mi productor lo vio un día y me dijo: ‘¡Es perfecto para una película!”, detalla el director belga. De hecho, Asta Philpot, uno de los protagonistas de One night only, participó en el rodaje de Hasta la vista. Y se encargó, por cierto, de intentar consolar al joven paralizado y explicarle por qué ya no estaría en la película.
Una vez abandonados los impedidos reales, los actores que se quedaron intentaron meterse en su piel. Así que uno de ellos se puso unas gafas que le impedían ver prácticamente todo, para hacerse a la ceguera. Y otro se pasó seis semanas en una silla de rueda. Descubriendo la piedad pero también la indiferencia. “Una vez estuvo un buen rato intentando subir a la acera y nadie le ayudó. Al final se puso de pie, cogió la silla y la levantó él mismo. La gente se quedó flipando”, rememora Enthoven.
Un buen rato ha esperado también el público para ver Hasta la vista en las salas españolas. El filme obtuvo la Espiga de Oro, el premio a la mejor película de la Seminci de Valladolid. Pero en 2011. Sin embargo, llega ahora a los cines de España. “Me frustró un poco”, admite el director.
Entre tanto, a Enthoven le ha dado tiempo a concebir dos proyectos más. Del primero no quiere hablar. Sobre el segundo, en cambio, ofrece muchos detalles: “Va de un tipo ya mayor y decepcionado con su vida que recibe una invitación de una viuda de Canadá para retomar un romance que tuvieron 20 años antes. El señor acepta pero no le dice que en realidad ella está invitando a su hermano, que él odia y que le robó su mujer. Así que, de cierta forma, decide ir para tomarse una revancha. Aunque cuando llega descubre que ella también tenía otros planes”. Es lo que tiene la realidad. A veces difiere de lo que te esperas. No como un burdel. Más bien, como una isla griega.
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