Niños magullados
Se trata de un trabajo sorprendente, que sabe encontrar su territorio en un punto equidistante entre el terror paranoico-polanskiano de 'Repulsión'
Cuarto largometraje del noruego Pål Sletaune —productor ejecutivo de la recién estrenada La isla de los olvidados—, Babycall es un trabajo sorprendente, que sabe encontrar su territorio en un punto equidistante entre el terror paranoico-polanskiano de Repulsión (1965) y un cuento de fantasmas de acentos orientales al modo de Dark Water (2002) de Hideo Nakata —película cuyo remake firmó el brasileño Walter Salles—. Noomi Rapace asume el papel de una fugitiva de la violencia doméstica que, con su hijo, se muda a una nueva residencia para evitar, con la ayuda de los trabajadores sociales, el acoso de un marido maltratador. Babycall proporciona a la actriz la oportunidad de ofrecer un recital de tonalidades interpretativas que deja el espectador sin asidero.
BABYCALL
Dirección: Pål Sletaune. Intérpretes: Noomi Rapace, Kristoffer Joner, Vetle Qvenild Werring, Stig R. Amdam, Maria Bock. Género: Thriller. Noruega-Alemania-Suecia, 2011. Duración: 92 minutos.
Los intercomunicadores empleados para monitorizar el sueño de los bebés —el babycall del título— se convierten en eficaz instrumento para el suspense en un relato que no tarda en desvelar sus subtextos sobre la vulnerabilidad de las soledades y la patología de determinadas relaciones materno-filiales. La película de Sletaune funciona tan bien que no sorprendería encontrarse con la notica de un posible remake americano. Al mismo tiempo, uno intuye lo que se perdería por el camino: el poder de sugerencia del original y el buen gusto para dejar abiertos más enigmas —y, por tanto, más posibilidades para seguir pensando en la película en el futuro— de los que la mentalidad cicatera de un ejecutivo de Hollywood exigiría resolver.
Babelia
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