“Me aconsejan no actuar en España porque perderé dinero seguro”
Martha Wainwright presenta su nuevo trabajo ‘Come home to mama’ en el que asegura ha logrado encontrar su propia voz
A Martha Wainwright (Montreal, 1976) se le nota en la cara que se encuentra en pleno proceso de hacer las paces con la vida. Su rostro, su figura y su actitud encajan a la perfección con ese mensaje inscrito en la tumba de Man Ray, el genio de la fotografía: “Despreocupado pero no indiferente”. Martha Wainwright quiere vivir, descubrir su propio y personal sonido, lanzarle al mundo la apuesta del arrebato de su música e intentar salir vencedora en el envite. “Este nuevo disco suena por fin a Martha Wainwright. Esta es realmente mi voz. He hecho otros trabajos basados en canciones de otros, como Édith Piaf, o con las cortapisas que me imponía yo misma por venir de la familia de la que vengo. Ahora, realmente he hecho lo que he querido”, asegura la cantante canadiense vestida de negro y sentada en una informal sala de descanso en la discográfica que distribuye su trabajo en España.
En noviembre de 2009, la cantante se debatía entre la vida y la muerte en un quirófano
Despreocupada, porque Martha por fin cree que ha descubierto a Martha; pero no indiferente: “Soy tan consciente de que lo estáis pasando realmente mal en España… Mis promotores me aconsejan que no ofrezca conciertos aquí con mi banda. Me dicen que perderé dinero sin lugar a dudas. Pero yo les respondo que el público español no se lo merece, ni yo tampoco. Sé que el apellido Wainwright es muy querido en España, sobre todo por mi hermano [Rufus Wainwright], y aunque pierda dinero, no estoy dispuesta a decepcionar a esos seguidores”. Así es esta compositora y cantante que acaba de lanzar Come home to mama, su nuevo trabajo marcado por dos duros acontecimientos en su vida privada que convierten el disco casi en el diario del proceso de una terapia. De curar heridas. En noviembre de 2009, la cantante se debatía entre la vida y la muerte en un quirófano de Londres para dar a luz prematuramente a su primer hijo, Archangelo.
A más de 5.000 kilómetros de distancia, en Montreal, su madre, la cantautora Kate McGarrigle, luchaba por contra un sarcoma que arrasaba su cuerpo. McGarrigle murió en enero de 2010 y Martha se convirtió de golpe en madre y huérfana de madre casi al mismo tiempo. “Me sentía muy deprimida, triste y sola en aquel momento; y esos ingredientes hicieron que el disco resultara raro, como un grito. Es una montaña rusa emocional. Un trabajo muy personal en el que tenía que ser capaz de ponerme en riesgo y decir lo que quería decir. Cuando murió mi madre y tuve a mi hijo estaba tristísima y quería sentirme una mujer capaz, un ser funcional y no derrumbarme por las esquinas llorando la pérdida. Así que el proceso creativo, aunque fue muy duro pero a la vez como una terapia”.
Si trabajaba con un hombre se limitaría a meterle batería, bajo y guitarra y darle un rollito de estilo Americana o folk y listo. Y no quería eso.
Una de las demostraciones de que este nuevo disco significa un paso adelante se esconde en el hecho de que Wainwright haya abandonado a su marido, el bajista Brad Albetta, como productor para este trabajo. Con él hizo su debut, Martha Wainwright (2005) y I Know You're Married But I've Got Feelings Too (2008), su segundo y hasta al fecha último trabajo con canciones propias. “Ahora está de gira con Rufus”, bromea la artista. “Necesitaba una mirada femenina. Contar con Yuka C. Honda fue la elección correcta. Sabía que si trabajaba con un hombre se limitaría a meterle batería, bajo y guitarra y darle un rollito de estilo Americana o folk y listo. Y no quería eso. Sabía que estas canciones pedían una clave más femenina, más cinematográfica, más abierta. Necesitaba un sonido extraño, furioso y visual y eso no me lo podía ofrecer ningún hombre. Con Yuka pude cantar de otra manera, gritar, experimentar”, explica Wainwright que además se apoderó de un par ases en la manga que le podía ofrecer su nueva productora. Primero, su marido, Nels Cline, guitarrista de Wilco y que se implicó de lleno en el proyecto. “Es un obseso de la música, así que cuando no estaba con los chicos de Chicago trabajaba en su casa en mi disco. Tuve mucha suerte”. Y segundo, el estudio de grabación de Sean Lennon, que también había sido novio de Honda y donde se ha cocinado Come home to mama.
“Cada vez hay menos y menos gente a la que quejarse / así que construí un barco de mierda y lo lancé hacia ti”. Este es un verso de Can you believe it, una de las muestras de furia dentro del disco. La cantante confiesa que ha sido precisamente su pareja la que ha recibido la peor parte en el proceso creativo: “Hacer discos juntos, comprar una casa juntos, pasar por el trauma de mi parto juntos, tener un hijo juntos, haber vivido la muerte de mi madre juntos… Llegó un momento en el que nos hubiéramos matado el uno al otro. Desde luego está en el disco y se ha llevado varios golpes. Fue inevitable que le utilizara como un saco de boxeo. Aunque la postura de todas estas canciones es finalmente la de: ‘sigamos adelante, podemos hacerlo”.
Dice Wainwright que su "madre, la tristeza y la aceptación están en todo el trabajo, en todo el proceso”, pero además, como si fuera un regalo póstumo, ha grabado la última canción que escribió su progenitora antes de morir: Proserpina –elegida, además, como primer single del disco-. “Es una canción que yo nunca hubiera podido escribir. Habla de la resurrección y de la vuelta del otoño y la primavera. Estoy convencida de que ella la escribió sabiendo bien que el final estaba cerca. Por eso creo que es una de las mejores canciones que escribió nunca. He tenido que hacerla mía y para mi ha sido curativo: es la continuidad de mi madre a través de su hija”.
Babelia
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