Por fin el tocho con todo Makoki
Un volumen reúne los cinco álbumes del célebre personaje del cómic 'underground'
"Tae pacá la guita, vamo serdo, suelta ya o te rajo el careto". Makoki, el quinqui fugado de un frenopático que iba por la vida soltando leches en correrías nocturnas con los colegas de la Basca —El Emo, El Cuco, Morgan y El Niñato— tiene por fin lo que se merece. El sello editorial De Bolsillo ha reunido en el volumen Todo Makoki, los cinco álbumes protagonizados por este personaje del cómic underground que nació el 24 de junio de 1977 en la revista Disco Exprés. Sus padres fueron el dibujante Miguel Gallardo (Lleida, 1955) y el guionista Felipe Borrayo, que dio paso en seguida a Juan Mediavilla (Burgos, 1961).
Las aventuras de Makoki comenzaron solo nueve días después de las primeras elecciones democráticas en la España posfranquista. "La Barcelona de aquella época era como Woodstock", recuerda el dibujante Gallardo en conversación telefónica. Mientras en Inglaterra los Sex Pistols gritaban God save the queen, "España era un país blindado, aquí no pasaba nada, así que de repente fue como un maremoto, entró un aire de libertad alucinante, a lo bruto; llegaron a la vez heavis, punkis… y la sociedad oficial no reaccionó a tiempo".
Makoki, un tipo al que se le habían quedado pegados unos electrodos tras huir del frenopático en plena sesión de electrochoque, tuvo en seguida muchos seguidores. Sus aventuras eran leídas por chavales en los institutos y en las facultades que ojeaban la revista en la que se publicaba Makoki en las clases, es lo que Gallardo llama "la masonería juvenil". El cómic de "línea chunga" se había hecho su hueco. "Funcionó muy bien el underground porque hacíamos cosas que, además, no costaban mucho dinero". Makoki saltó de revista en revista: Star, Bésame mucho, El Víbora... "esta última fue la mejor época del personaje pero una publicación de este tipo sería hoy imposible", apunta Gallardo.
"No éramos profesionales, queríamos contar lo que pasaba"
"Fue un milagro aquel éxito, no éramos profesionales, solo queríamos contar lo que estaba pasando, Ir de bares, fumar canutos... conectamos con el público de forma brutal", añade. El tándem supo reflejar a las pandillas típicas de la época. "Nos encontrábamos a gente que se tatuaba a algún personaje de la Basca".
Que pacha
Makoki molaba sobre todo por su habla tan particular, imitada por sus lectores —¿quien de estos no ha dicho alguna vez "Que pacha"?—. "Juanito Mediavilla tenía un oído muy bueno, siempre apuntaba conversaciones e iba con papeles en los bolsillos. Entonces vivíamos en el barrio de Gracia, íbamos por El Raval y allí había pequeños camellos, gente amable que convivía con los ancianos, no como lo que hubo luego. Allí se hablaba una lengua muy mezclada porque había gente muy distinta: gitanos, delincuentes, expresidiarios...". En aquella incipiente democracia eclosionó un argot barriobajero, el que hablaba Makoki y se veía en películas de delincuentes juveniles como Perros callejeros (1977) y El pico (1982), con actores quinquis convertidos en ídolos que, en algunos casos, cayeron de forma rápida y trágica. Gallardo y Mediavilla, atentos a la calle, parieron a El Niñato, uno de esos hijos del extrarradio enganchado a la heroína, que apenas hablaba: "No teníamos ni idea de cómo hablaba esa gente". El Niñato era un espejo de Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, uno de aquellos jóvenes.
Para recordar los viejos tiempos, Gallardo, Mediavilla y Borrayo presentarán mañana viernes en Barcelona el tocho de Todo Makoki (555 páginas). Los tres volverán, acompañados de la prensa, a los bares en los que pasaron aquellos años de locura.
Makoki llegó a tener una revista con su nombre entre 1982 y 1984. Fue su cénit. "Mira, llega un momento en que pierdes el contacto con la calle, tienes novia... y el cómic que hacíamos era para estar a pie de calle...".
Así que en 1994 Gallardo dio matarile a Makoki, era el "fin (for ever and ever)" como rezaba la viñeta final. Pero entonces empezó la leyenda. "Pasaron los años y comprobé que Makoki seguía fresco como una lechuga", había demasiada gente que se había reído con sus aventuras, hubo incluso algún intento de resucitarlo pero no funcionó.
¿Podría volver hoy Makoki? "No creo que la gente lo entendiera", resume Gallardo. Y pone el ejemplo de su novia, "que está en los cuarenta y le cuesta comprender lo que decían esos personajes". "Además, en la Barcelona preolímpica Makoki podía todavía esconderse en muchos agujeros, pero ahora no hay más que sitios limpios, de diseño, aunque a la vez todo es más sucio".
Babelia
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