“El éxito sería poder vivir de esto”
Ramon Madaula pasa de encarnar a un cura sospechoso de pederastia a dar vida en el teatro a un profesor acusado de acoso
De sacerdote sospechoso de pederastia a profesor acusado de acoso sexual, ahí es nada. Ramon Madaula ha pasado en pocas semanas —con parada vacacional en Formentera— de un personaje muy complejo y turbio a otro que no lo es menos. La obra del sacerdote, Dubte, que dirigía su mujer, Sílvia Munt, fue uno de los éxitos del pasado festival Grec de Barcelona y volverá esta temporada a los escenarios, mientras que la del profesor, una puesta en escena de la célebre y controvertida Oleanna, de David Mamet, que firma David Selvas, arranca en el teatro Romea de Barcelona la semana próxima. Madaula es además noticia por un tercer personaje, más de una pieza, Gonzalo Chacón y Martínez del Castillo, contador mayor de Castilla, maestresala y mentor de Isabel la Católica, al que encarna en la serie televisiva sobre la reina. Le suelto así de entrada que una amiga me ha dicho que está irresistiblemente en el papel y reacciona con azorada incredulidad, abrumado y zanjando el asunto con un gesto de la mano. Desde luego, no se tiene por un galán.
“Las series en general no me entusiasman, pero esta tiene rigor y fíjate qué contradicción en estos momentos tan confusos: la serie sobre la gran reina española es en buena medida un producto muy catalán, con dirección y la mitad de reparto, incluida la soberana (la barcelonesa Michelle Jenner), catalanes”. Apunto que es un poco como Los Tudor pero ambientada en Castilla. Asiente. “Y con cuatro pelas, pero los guiones son muy rigurosos históricamente y dentro del escaso presupuesto está muy bien”.
Parece que en Oleanna han optado por disminuir la carga sexual de la pieza. “Creemos que es secundaria. Es a lo que se agarra ella, la alumna, para tener poder sobre el profesor. Pero el acoso no es el tema”. Cura pederasta, profesor acosador... “Sí, lo pensé enseguida, lo que me gusta de ellos es que son personajes ambivalentes y ambiguos. Pero en Dubte era importante saber si había habido o no algo y aquí es solo un pretexto para explicar cómo dos personas no se pueden entender. De hecho todo lo que sucede ente ellos y es causa de denuncia de la alumna lo ve el espectador en escena. En realidad lo que ella no soporta es el abuso de poder, que la haya usado de conejillo de Indias de sus teorías educativas”.
Le comento al actor que parece estar en un momento dulce de su carrera. Me mira con cara de conmiseración. “No, no, estás equivocado, en Cataluña y España el techo de un actor es poder vivir de esto, del teatro. Eso es el éxito. Y es imposible. Yo en realidad no puedo. Voy tirando, como tantos, va bien ahora pero puedes pasar a estar seis meses sin que nadie te llame. Esas es la vida de los actores en este país. De una gran fragilidad. Hay que vivir de otras cosas, de la televisión. Nunca estás en el momento de que ya lo has conseguido, de que ya tira. Incluso Paco Rabal, y mira de quién estamos hablando, se quedó sin trabajo quince años, hasta Juncal. En Cataluña solo Paco Morán y Pepe Rubianes vivían del teatro. Por este miedo al vacío, consustancial a la profesión yo siempre intento impulsar proyectos, obras que me gustan”.
El rigor de ‘Isabel’
Ramon Madaula (Sabadell, 1962) se graduó en Interpretación en el Institut del Teatre de Barcelona en 1984. A su promoción pertenecía la popular Lloll Beltran con la que recuerda un taller en que interpretaban una escena de El graduado con la Lloll de Mrs. Robinson.
Del trabajo con Flotats, en el histórico Cyrano de 1985 y en Àngels a Amèrica, dice que fue una "experiencia fuerte" de la que aprendió mucho.
Aunque ha hecho varias películas y trabaja en la próxima de Jordi Cadena considera el cine una asignatura pendiente.
No destaca especialmente ninguno de sus trabajos, sino más bien momentos y funciones concretos en los que "notas que todo fluye". Se emociona al hablar de Dansa d'agost, en 1993 en el Lliure, y de la presencia en el reparto del fallecido Josep Montanyès.
De la serie televisiva Isabel , en la que encarna al mentor de la reina, Gonzalo Chacón, subraya el rigor histórico y la calidad de la producción pese a la sobriedad presupuestaria.
Le pregunto qué clase de actor es. Durante un instante mira al infinito y sus ojos de un sorprendente azul parecen reflejar el agua del mar en Es Còdol Foradat, su paraíso formentereño. “A mí este trabajo me cuesta mucho. Pero no lo digo por falsa modestia, el trabajo de los actores a los que les sale todo con facilidad no me interesa demasiado. Sufro mucho. Pero es que levantar un personaje es un trabajo de atleta. Has de tropezar, volver a ponerte en pie, dedicarle mucho esfuerzo y horas. Aspiro a que se vea a una persona en el escenario no a un actor interpretándola. Es un trabajo arduo, duro y pesado. Comparable en muchos sentidos al deporte profesional”. De sus papeles preferidos dice que le es igual drama, comedia o clásicos, lo que necesito es entender lo que estoy haciendo, si empatizo con el personaje sale lo mejor de mí”.
Madaula ha hecho poco Shakespeare. “Solo uno, El mercader de Venècia en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), la pasada temporada, en el papel de Shylock. Bueno en realidad hice de Romeo en un Romeu i Julieta que montó Joan Ollé hace muchos años, cuando yo aún estudiaba”. ¿Le gustaría hacer más? “Depende de con quién más que la obra. Lear me parece máximo, y el Sueño de una noche de verano se ha hecho poco. Pero no tengo ningún personaje ni obra favoritos. Mi autor preferido en realidad es Chéjov, el que más me emociona. Aquí nunca hemos sabido hacerlo del todo bien. ¿Sabes qué tiene de extraordinario el teatro?”, dice de pronto agitando las manos sobre el mármol de la mesa. “Los guiones siempre son buenísimos; claro, como los guionistas son Shakespeare, Chéjov, Mamet... defender historias así es lo que me apasiona”.
Trabajar en series de TV3 de gran audiencia como Vendelplà le ha convertido en un rostro popular. ¿Famoso? “Dejémoslo en famosito, la fama es Messi. En realidad lo del star system catalán es una de las tonterías más grandes que he oído en la vida. Una estrella es alguien que produce y mueve dinero y aquí no hay nada de eso”.
Del trabajar en teatro en pareja, algo que se estila en la escena catalana (funcionan muy bien los tándems Calixto Bieito-Roser Camí o Julio Manrique-Cristina Genebat), considera que “es perfecto; si no te dedicas a lo mismo en este trabajo la empatía es difícil. Trabajar con tu pareja facilita las cosas. Sílvia sabe lo que paso yo y viceversa. Nos gusta trabajar juntos, todo son ventajas. No me parece tan especial: Cataluña está llena de negocios en los que trabajan juntos marido y mujer y a nadie le sorprende”.
Babelia
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